Mario Satz Si no fuera por la enorme tristeza que produce, por el desencanto que provoca su discurso, la aparición de Al Asad en su parlamento tras ser aupado por miles seguidores seguramente allegados al partido y al régimen, movería a risa. Alto, espigado, con aspecto de estudiante de Oxford, el líder sirio no es más que una marioneta en las manos de Irán, en donde por cierto las protestas acaban igual: con muertos de los que no se hace cargo ...