Podemos imaginarnos las terrazas y también los rápidos ocultamientos y disimulos de las gentes que en ellas gritan y reclaman breve, intensamente, porque Teherán se ha convertido en un hervidero de espías y perseguidores y hay que proteger la intención de la protesta, que ha escogido con inteligencia la noche con el fin de encubrir sus focos de emisión. Podemos imaginarnos las terrazas y los balcones y también las gargantas atenazadas de rabia y temerosas, a la vez, de ser ...