Que en hebreo la palabra equilibrio se diga izún, y que su raíz sea ozen, oído, es una de esas anticipaciones filológicas a las que nos tiene acostumbrados la lengua bíblica, un auténtico milagro semántico que- y según sabemos hoy-el equilibrio, nuestro equilibrio, se basa más en el saber oír que en el saber ver. Dudo mucho que la ciencia médica lo pensase hace dos siglos, por ejemplo, sobre todo en una civilización eminentemente visual como la nuestra. De aquí ...