Intrínsecamente, tal y como es, para la Biblia la Creación constituye un hecho positivo, admirable y excepcional. Si a Dios, el Creador, le gusta el mundo que ha hecho, se supone que al hombre que es su imagen y semejanza también debe o debería agradarle, pero para que eso suceda el ser humano tiene que poder relajarse, suspender su actividad y gozar de la simple contemplación de su existencia. Y eso es exactamente lo que hace el Creador el séptimo ...