PARÍS.– En la década de 1980, cuando en Israel la inflación se medía en tres dígitos, se había puesto de moda una broma cuando se le preguntaba a un israelí qué era más barato, si tomar un autobús o un taxi para ir de Tel-Aviv a Jerusalén. Aunque el precio era el mismo, la respuesta correcta era: “el taxi”. Porque, al final de una hora de viaje, el shekel valdría mucho menos que al comienzo del trayecto. Desde entonces, los israelíes tienen ...