MANDALAY, MYANMAR – Eran las 8 p.m. cuando salimos agotados pero satisfechos de la sala de operaciones. Se nos acercó una mujer, y aunque no pudimos entender lo que nos decía, sí pudimos ver por su expresión que nos estaba dando las gracias. Acabábamos de operar a su hija. Esa escena estaba destinada a ser una de muchas similares; gratitud expresada por personas que, si no hubiera sido por nosotros, habrían perdido la vista y su lugar dentro ...