Es aberrante que la felicidad palestina celebre la muerte de los israelíes asesinados en Tel Aviv, aberrante y significativo. Son, gran parte de los habitantes de Gaza y Cisjordania, auténtica carroña humana, calaña sin remedio con la que no sólo no hay que hacer la paz sino que Israel debe pensar en empujarlos de una vez y para siempre fuera del país, incluso si es, en parte, también el suyo. Mientras el mundo observa indiferente la huída de los sirios ...