Probablemente algunos soñadores estuvieran esperando que la enorme maquinaria humana y edilicia llamada Naciones Unidas, con miles y miles de empleados en todo el mundo y presupuestos burocráticos siderales, tuviera un rol clave en esta terrible guerra planetaria contra el coronavirus, que sabemos cómo se inició, que está arrasando con vidas, tejido social y economías, y no se puede vislumbrar racionalmente cuando tendrá fin. Más allá de discursos bonitos de sus autoridades (todas profesionales) y de sus promesas de formar grandes ...