El domingo por la mañana, con los rehenes estadounidenses de camino a casa, el presidente Obama atribuyó su liberación a la nueva era de diplomacia con Irán iniciada por él. En eso tiene razón, aunque cabria añadir que su cautiverio y el exorbitante rescate pagado también son producto de su política de distensión. Pero, como si quisiera tapar con una hoja de higuera las vergüenzas de un proceso de negociación con el que Irán ha cosechado enormes recompensas y que ...