Los palestinos, tanto los activos como los pasivos, están aferrados al cuchillo de la desesperación, el odio los mueve como a títeres y las manos del titiritero están a veces cerca, en la casa de Abbas, y a veces lejos, en Irán, donde otra vez el representante del infierno chií, Khamenei, ha vuelto a hablar de la destrucción de Israel. Dejarse manipular por el odio puede anestesiar, se sabe, otras emociones, lo que no hará nunca es liberar al odiador ...