Una gran consternación se apoderó de la práctica totalidad de los medios. Once judíos habían sido asesinados en una sinagoga en Pittsburg. Y la evidente respuesta fue la publicación de textos y análisis bienintencionados denunciando el antisemitismo en Estados Unidos y en el mundo. La mayoría de las reflexiones compartían un mismo rasgo: buscaban el confort que otorga el sesgo de confirmación. De tal manera que el hecho antisemita en sí pasaba a segundo plano, para ofrecer el lugar de ...