Seguramente está de moda enfadarse con Israel. Lo hicieron el presidente español Zapatero en su momento, Obama y hasta Hollande. Total, una culpa más no hace mella en quien la señala, en este caso el dedo del inocente y corto de talla Abdullah II, que tiene que hacer su papel porque de lo contrario lo presionan los palestinos que viven en su reino y que no terminan de ser jordanos. Lo cierto es que mientras no exista una estado llamado ...