Que en el núcleo más íntimo del ser humano hay una joya de luz, un minúsculo paraíso subcutáneo, un tesoro, lo saben e insinúan todas las tradiciones. Lo difícil es ver fuera aquello que por definición está dentro; lo complicado y arduo de entender es que nadie ajeno, tutor o maestro sino cada quien, solo y a solas, puede acceder a él. Cuando leemos en el citado pasaje evangélico que : ´´Tenemos, empero, este tesoro( en hebreo otzer )en vasos ...