-La gracia es la raíz del alma*-dijo el Rabí Yosl Hakatán a su amigo y discípulo Lo Iadúa, el Desconocido-. Buscarla fuera, esperarla más allá de nosotros como si consistiera en un advenimiento súbito y no en lo que es, un despertar lento y hacia dentro, es soslayar el trabajo que nos compete. Estaban en el Bosque de Jerusalén, situado a las afueras de la ciudad, en uno de esos paseos que hacían para estirar las piernas y la mente. ...