Con la oscura muerte del fiscal Nisman, los promotores y cómplices del atentado contra la AMIA vuelven a reírse de nosotros. Suman a aquel atentado, uno más. Esta vez, contra la ya mermada credibilidad pública de las instituciones fundamentales de la República. El entramado siniestro que vincula a los servicios de inteligencia con el Gobierno alcanza ahora tal grado de transparencia que la sociedad en su conjunto se siente desamparada en todo aquello en lo que tiene derecho a contar con ...