Marcelo Wio
Revista de Medio Oriente
12 de Diciembre de 2012
«El ‘derecho de retorno’ es la carta ganadora, que significa liquidar a Israel», Sahar Habash, uno de los consejeros de Arafat
El periodista Ben Dror Yemini hace referencia en un artículo (Y el mundo miente) a Fridtjof Nansen, geógrafo noruego que buscó y encontró la solución para el difícil conflicto entre Turquía y Grecia no hace mucho tiempo atrás:
«Nansen propuso, organizó y realizó un programa de transferencia, con apoyo internacional y ganó el premio Nóbel de la Paz en 1930″.
Se podría aducir que tales soluciones están fuera de la lista de opciones en el presente porque la moral es un asunto de contexto, tiempo y circunstancias. Pero, si fuese exactamente así, ¿cómo podría explicarse la expulsión de 300 mil musulmanes de Bulgaria a fines de los años 1980 y la falta concomitante de una exigencia de «derecho de retorno»?
O, contemporáneo al problema de los refugiados palestinos, ¿cómo se comprende que luego de la declaración de independencia de Pakistán, y con más de 7 millones de hindúes y sikhs pasando del lado musulmán al hindú y una cantidad similar de musulmanes realizando el trayecto inverso, no se haya creado una agencia especial para atender sus necesidades?
Yemini, acertadamente, se pregunta qué sucedería si se definiese a estos refugiados, y a otros tantísimos millones alrededor del mundo, según los parámetros utilizados para definir a los refugiados palestinos: «estaríamos ante una guerra mundial de todos contra todos». ¿Cómo es posible que, si a nadie en su sano juicio se le ocurre decir que los 7 millones de refugiados hindúes y toda su descendencia deben volver a Pakistán, sí se exige es en el caso de los palestinos?
Los refugiados, el comienzo
La resolución 181 de las Naciones Unidas, de 1947, recomendaba la partición del Mandato Británico una vez las autoridades inglesas se retiraran del territorio. La partición, que fue aceptada por la comunidad judía, fue rechazada por los países árabes y por los árabes de palestina e, inmediatamente, comenzaron a atacar objetivos judíos.
En su libro Israel and Palestine: Assault on the Law of Nations, Julius Stone, renombrado jurista australiano, reproduce una cita textual de los autores del informe An Internacional Law Analysis of the Major United Nations Resolutions Concerning the Palestine Question (ST/SG/Ser F/4, N.Y.: 1979)donde aseguran:
«Los Estados árabes no sólo votaron en contra de la partición [de Palestina], sino que inicialmente sostuvieron que era inválida.«.
Fueron, de esta manera, los propios estados árabes los que impidieron el establecimiento de un nuevo estado árabe en la región y los que propiciaron la actual situación de los «refugiados palestinos».
En definitiva, los estados árabes no pueden recurrir ahora a la misma resolución que ellos mismos no respetaron y, es más, pisotearon.
Por otra parte, según indica Justus Weiner, en su trabajo The Palestinian Refugees’ «Right to Return» and the Peace Process:
«Algunos historiadores israelíes sugieren que la escalada de hostilidades de noviembre de 1947, y la premonición de que la violencia se intensificaría, creó una atmósfera de pánico y confusión entre los árabes de palestina».
Es decir, según esta tesis, fueron principalmente las propias acciones árabes las que condujeron al éxodo.
Weiner relata que durante las semanas que siguieron a la resolución de partición, unos 75 mil árabes evacuaron sus hogares. El autor propone que se trataba de la elite de la comunidad árabe en Palestina, y que su éxodo, que estaba motivado por un deseo de escapar de los peligros de una guerra inminente, ayudó a sentar las bases para la evacuación más significativa que siguió.
Además, recoge una cita del profesor Howard Sachar, donde el académico asegura:
«El motivo más evidente para el éxodo masivo [anterior a la declaración del Estado de Israel] fue el colapso de las instituciones políticas árabes de Palestina que se produjo luego de la huida del liderazgo árabe – en el preciso momento en que más se necesitaba el liderazgo».
Por otra parte, Weiner menciona que según la visión más clásica, la subsiguiente huída de varios cientos de miles de árabes palestinos puede atribuirse al pánico y al llamamiento de los líderes árabes palestinos y de los jefes de los países árabes vecinos a despejar el camino para las fuerzas de invasión árabe. No hubo ningún plan israelí, enfatiza Weiner, para expulsar a los árabes de sus hogares.
Ruth Lapidoth, profesora emérita de Derecho Internacional de la Universidad Hebrea de Jerusalén, indica en un artículo que, de acuerdo a varias estimaciones, el número de refugiados palestinos en 1949 se encontraba entre 538 mil (según fuentes israelíes), 720 mil (según la ONU) y 850 mil (fuentes palestinas). Y, lo llamativo, es que esa cifra no hace más que crecer. Algo único entre los refugiados del mundo.
En tanto, un informe del Jerusalem Center for Public Affairs indica que:
«Aproximadamente 650 mil judíos de Medio Oriente y el norte de África emigraron a Israel entre 1948 y 1972… Israel absorbió a estos inmigrantes, con un gran coste, sin recibir compensación alguna de los gobiernos árabes e iraní que confiscaron sus posesiones. […] Se estima entre 6 y 30 mil millones (a precios de hoy) lo que los judíos tuvieron que dejar tras de sí en los países árabes e Irán».
En 1967, el Consejo de seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución 242, que estipula que un acuerdo de paz integral debe incluir «una solución justa del problema de los refugiados». No se hace distinción entre refugiados árabes y judíos. Pero, por algún motivo, se ha entendido que, al hablar de conflicto árabe-israelí y refugiados, estos últimos son exclusivamente palestinos, y una responsabilidad de todo el mundo.
Ya la resolución 194 (III) de las Naciones Unidas, del 11 de diciembre de 1948, en su artículo 11 resolvía:
«… que debe permitirse a los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos, que lo hagan así lo antes posible, y que deberán pagarse indemnizaciones a título de compensación por los bienes de los que decidan no regresar a sus hogares y por todo bien perdido o dañado cuando, en virtud de los principios del derecho internacional o por razones de equidad, esta pérdida o este daño deba ser reparado por los Gobiernos o autoridades responsables…».
Tampoco esta resolución habla de «refugiados palestinos». Pero esta es la figura que la narrativa ha elegido entronizar. Es de destacar, que este párrafo no reconoce ningún derecho, sino que recomienda que «debe permitirse» a los refugiados retornar. Pero tal permiso está sujeto a dos condiciones importantes: que el refugiado «desee» volver, y que desee «vivir en paz con sus vecinos». Ruth Lapidoth señala que los palestinos han vinculado su petición de retorno con el reclamo de auto-determinación, lo que imposibilita la segunda condición.
Por otra parte, es necesario recalcar que las resoluciones de la Asamblea General de Naciones Unidas no son vinculantes. Según la Carta del este organismo, sólo está autorizado a adoptar resoluciones vinculantes en lo relativo a asuntos presupuestarios y en relación con sus propias regulaciones y reglas internas.
Para 2001, según informa la propia Lapidoth, ya había 3.5 millones de refugiados registrados por la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo; United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East). En 2010, según la propia UNRWA, había 4.9 millones de refugiados registrados. La política de victimización resultaba, así, en un aumento del número de «víctimas».
Es decir, que mientras disminuye el número de refugiados en el resto del mundo, el de los palestinos aumenta. Y, más llamativo aún, se trata de un problema causado por la negativa y posterior agresión de estados árabes sobre el recién creado estado de Israel.
El reasentamiento había sido la solución efectiva para el problema mucho más extenso y complejo de los refugiados en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Pero en el caso palestino, algo cambió. Stone remarca que fue a partir de la resolución 3236 (XXIX) del 22 de noviembre de 1974 cuando las resoluciones de la Asamblea General comenzaron a incluir regularmente el adjetivo «inalienable» antes de las palabras «derecho de retorno». Llamativamente, coincide con la época de los embargos de petróleo.
Como señala Alex Safian, analista de CAMERA, tan extrema fue la posición árabe que el ex director en ayuda de Jordania de la ONU a los palestinos, Ralph Galloway, dijo:
«Los Estados árabes no quieren resolver el problema de los refugiados. Quieren mantenerlo como una herida abierta, como una afrenta a las Naciones Unidas y como un arma contra Israel. A los líderes árabes les da lo mismo si los refugiados viven o mueren«. (Ralph Galloway, UNRWA, citado por Terence Prittie enThe Palestinians: People History, Politics, p 71)
Para ello, la UNRWA se convirtió en un arma poderosa al servicio de una narrativa y una voluntad en contra de cualquier posible resolución del conflicto.
James G. Lindsay, que fue asesor legal y consejero general de la UNRWA entre 2000 y 2007, indica, en un ensayo, que cuando finalizó el conflicto en marzo de1949, no quedaba ni un solo judío del lado árabe de la línea de armisticio; pero 150 árabes aún estaban del lado israelí. ¿Quién pretendía, entonces, un territorio étnicamente uniforme?
Unos refugiados muy particulares
En su artículo, Ben Dror Yemini dice que la doble moral comienza, aunque no termina, con la existencia de dos organismos responsables de los refugiados:
«El primero, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) se ocupa de todos los refugiados del mundo y, el segundo, la UNRWA, únicamente de los palestinos».
Cifwatch, por su parte, reproduce un artículo del propio Yemini, en el que el periodista revela datos impactantes:
«UNRWA tienen un equipo de más de 29 mil personas… Esta es la agencia más grande de la ONU. En comparación,ACNUR, el comisionado que se encarga de todo los otros refugiados del mundo, tiene un equipo de 7685 empleados y tiene a su cargo 34 millones de refugiados. En la UNRWA hay un trabajador por cada 172 refugiados. En ACNUR, uno cada 4424 refugiados. El presupuesto de la UNRWA per cápita también es más del doble que el de ACNUR«.
En virtud de la resolución 212 (III) de la ONU, del 8 de octubre de 1948, se creó el Socorro de las Naciones Unidas a los Refugiados de Palestina. Finalmente, el 8 de diciembre de 1949, la resolución 302 (IV) establecía la creación de la UNRWA, una agencia temporal, que continuaría el trabajo del Socorro hasta la primavera de 1950. Pero no sucedió así. Vez tras vez se ha ido renovando su mandato y no hay perspectivas de que esto cambie.
Steven J. Rosen, en un artículo publicado en The Middle East Quarterly, resume los primeros años de la UNRWA:
«En sus primeros años, particularmente de 1949 a 1960, la UNRWA siguió la política declarada de ‘reintegración’ de los refugiados palestinos a una vida normalizada en Medio Oriente. […] El programa de reintegración fue aprobado a través de la resolución 393 (V) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, promulgada el 2 de diciembre de 1950. La misma llamaba a la ‘reintegración de los refugiados a la vida económica del Medio Oriente, ya sea mediante repatriación o reasentamiento'».
Esta resolución también instruía a la UNRWA a «establecer un fondo de reintegración… para el reestablecimiento permanente de los refugiados y su remoción de la asistencia«.
Así, a partir de 1960, como indica Rosen, la agencia se ha dedicado a mantener a los pocos refugiados sobrevivientes y a sus mucho más numerosos descendientes:
«Hoy, ni el Plan Estratégico a mediano plazo 2010-2015 de la UNRWA ni el Marco de Cooperación entre la UNRWA y el gobierno de Estados Unidos, mencionan la reintegración».
Se llega, entonces, a un modelo dinámico, en el que los refugiados crecen exponencialmente:
Projected growth of UNRWA Refugee Rolls |
|
1950 |
750,000 |
2010 |
4,880,377 |
2020 |
6,432,567 |
2030 |
8,478,434 |
2040 |
11,174,981 |
2050 |
14,729,159 |
2060 |
19,413,735 |
Fuente: Mick Dumper, Future Prospects for the Palestinian Refugees, Refugee Survey Quarterly, 2-3 (2009): 563-6.
Pero, a todo esto, ¿quién es refugiado?
Sería dable esperar una única respuesta. Pero en esta historia, no existe tal cosa. Todo es relativo, todo depende de si se trata de un palestino o de un refugiado de cualquier otro punto del planeta.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 establece claramente cuándo se dejará de aplicar la Convención; es decir, cuándo una persona deja de ser considerada refugiado:
1) Si se ha acogido de nuevo, voluntariamente, a la protección del país de su nacionalidad, o
2) Si, habiendo perdido su nacionalidad, la ha recobrado voluntariamente; o
3) Si ha adquirido una nueva nacionalidad y disfruta de la protección del país de su nueva nacionalidad; o
4) Si voluntariamente se ha establecido de nuevo en el país que había abandonado o fuera del cual había permanecido por temor de ser perseguida; o
5) Si, por haber desaparecido las circunstancias en virtud de las cuales fue reconocida como refugiada, no puede continuar negándose a acogerse a la protección del país de su nacionalidad.
Esta muy claro quién no puede ser considerado refugiado. Es necesario revisar quién sí es refugiado para la UNRWA y contrastar ambas definiciones con la realidad.
La UNRWA define, de manera «operacional», a los refugiados palestinos como aquellas:
«… personas cuyo lugar de residencia habitual era Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948, y que perdieron tanto sus hogares como sus medios de vida como resultado del conflicto árabe-israelí de 1948».
Es decir que un egipcio, jordano, libio o sirio que hubiese llegado a principios de 1946 para trabajar, automáticamente pasó a ser un «refugiado palestino».
El ex funcionario de UNRWA, James Lindsay, asegura que la gran mayoría de los refugiados registrados en UNRWA ya se han «reasentado»:
«Específicamente, casi 2 millones de refugiados palestinos registrados en Jordania son ciudadanos de ese país, y el resto tiene la residencia y documentos que les permiten viajar. De manera similar, los refugiados de Cisjordania y Gaza tienen los mismos derechos que la población no-refugiada, incluyendo el derecho de votar».
Field of |
Official |
Registered |
Total |
|
10 |
1,979,580 |
2,047,367 |
|
12 |
436,154 |
465,798 |
|
9 |
486,946 |
510,444 |
|
19 |
727,471 |
874,627 |
|
8 |
1,167,572 |
1,217,519 |
Agency total |
58 |
4,797,723 |
5,115,755 |
Cifras al 1 de enero de 2012 |
Fuente: UNRWA
Además, Lindsay remarca que el Líbano le otorgó la ciudadanía a unos 70 mil palestinos cristianos. Y concluye, refiriéndose particularmente a Jordania, que:
«… no hay ningún argumento lógico o humanitario para justificar que una organización de la ONU provee de servicios como educación, salud y bienestar a ciudadanos de un estado miembro en una situación de no-emergencia«.
Steven J. Rosen señala, a su vez, que de acuerdo con la Ley Fundamental de 2003 (de la Autoridad Palestina):
«Ningún palestino puede ser deportado de su tierra natal, no se le puede impedir ni prohibir regresar o salir de la misma, ni ser privado de su ciudadanía o ser entregado a ninguna entidad extranjera… la ciudadanía palestina estará regulada por ley».
De acuerdo con la Declaración de Principios del 13 de Septiembre de 1993, la Autoridad Palestina puede emitir pasaportes para sus ciudadanos.
Entonces, si unos dos millones de refugiados jordanos tienen la ciudadanía de ese país; y si los de Gaza y Cisjordania, además de gozar de los mismos derechos de los que no son considerados refugiados, también tienen derecho a la ciudadanía, ¿cuántos refugiados existen realmente?
Y, ¿a qué se dedica, entonces, la UNRWA?
Difusion: www.porisrael.org
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