Sería un gran error considerar el ataque terrorista en París como un ataque a la libertad de prensa. Tal declaración pone la masacre en la capital francesa en línea con los ataques contra periodistas por parte de miembros de un cártel colombiano de la droga o de la mafia chechena.
Ese no es el caso. El objetivo del ataque contra la oficina del semanario satírico Charlie Hebdo no fue para asustar a los editores del periódico y que no publiquen una caricatura u otra. El objetivo fue mostrar y demostrar quién controla las calles y la conciencia de la República Francesa: El liberalismo occidental o el Islam fanático.
Ésto es un choque de civilizaciones, no una campaña de intimidación de una banda.
Muchos en Europa tienen dificultades para aceptar este punto de vista, mucho menos estar de acuerdo con el mismo. En lo que a ellos respecta, el terrorismo musulmán en el continente no tiene ningún fin supremo, aparte de simplemente sembrar el terror.
Y no es tan complicado comprar con medios económicos a los que no tienen impulsos ideológicos: Renovaremos unas pocas cuadras de vivienda, repararemos algunos pavimentos, abriremos algunos jardines de infantes – y ¡voilá! Ahí va el terrorismo, junto con la amenaza a la libertad de prensa. Qué conveniente.
[Escena del ataque contra el periódico Charlie Hebdo. El terrorismo debe ser contrarrestado con una alternativa clara: El sistema liberal ético, que está dispuesto a luchar por su futuro con todas sus fuerzas» (Foto: AFP)]
No resultó, y no resultará. Para derrotar al terrorismo islámico en Europa, no es suficiente invertir en los servicios de seguridad e inteligencia y capacitar agentes de policía de modo que por lo menos sepan cómo disparar. Debe ser contrarrestado con una alternativa clara: El sistema ético liberal, que está preparado para luchar por su futuro con todas sus fuerzas, para no darse por vencido y no capitular.
Sólo suena simple. Hoy en día, la cultura popular occidental está llena de medias verdades, hechos borrosos y un mal uso del lenguaje, que es políticamente correcto y objetivamente falso.
La total exclusión del conflicto musulmán-liberal del discurso popular en Europa está conduciendo, naturalmente, a su poderosa aparición en otros lugares y en diferentes formas.
Cuando la élite le miente descaradamente a los ciudadanos, diciendo que «aquí no hay ningún problema con el Islam», prácticamente está provocando el estallido y refuerzo de tiempos racistas, demagógicos, neofascistas, que ponen en peligro la democracia.
El gran Winston Churchill alistó a toda la nación británica a una guerra de «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor» en contra de los nazis, convirtiendo un conflicto entre poderes sobre las fronteras de Europa en una lucha sin cuartel sobre el carácter, los valores y el futuro del continente.
El enfoque actual sobre ciertas caricaturas publicadas por el periódico atacado, como si pudieran explicar la masacre, es el refugio de personas que se niegan a abrir sus ojos. Creen que estarán mejor si no ven la realidad, en el sentido de que «si no veo el mal, tal vez desaparezca por sí solo». Tal vez, pero la posibilidad de que eso ocurra es cercana a cero.
Los periodistas que fueron asesinados el miércoles en París no fueron víctimas, por lo tanto, de una batalla por la libertad de prensa. Fueron víctimas de una guerra entre la visión del mundo del Islam radical y la visión del mundo del humanismo occidental, una guerra que continuará y aumentará y cobrará víctimas hasta que uno de los lados gane.
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4612888,00.html
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Estamos inmersos en el verdadero «choque de civilizaciones» que predijo Samuel Huntigton allá en la década del 80. Lo peor es que quienes han permitido ésto se encuentran entre nosotros, son nuestros mismos dirigentes que surgen del sistema democrático que impera en la mayoría de los países occidentales. Parece una ironía, la democracia que ofrece todas las garantías es la más vulnerable a la infiltración de elementos terroristas. Sin apartarnos de la democracia, en occidente deberíamos ser más rígidos con ellos.