Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Uno de los co-fundadores del BDS y franco portavoz del movimiento, Omar Barghouti, recorre el mundo promoviendo el movimiento. Habla en universidades, invitado por grupos que apoyan el boicot académico del estado judío. Habla en eventos pro-palestinos sobre los méritos de boicotear productos israelíes. Es un activo y firme promotor del movimiento BDS. A diferencia de sus contrapartes más moderadas, Barghouti no es impulsado por el deseo de ver a dos estados viviendo lado a lado, en paz y seguridad. Quiere borrar a Israel del mapa. Barghouti quiere transformar a Israel en un estado palestino con una mayoría musulmana. Planea hacerlo llamando a individuos, organizaciones, empresas y países a boicotear, desinvertir o sancionar a Israel. Parecería, sin embargo, que Omar Barghouti tiene dificultades para atenerse a sus propias directrices.
Barghouti no cree en una solución de dos estados, sino en un estado binacional que sustituiría eficazmente al Estado de Israel. Incluso llama a restaurar el nombre de «Palestina» para toda la zona desde el río hasta el mar. Omar Barghouti cree que la creación de un estado judío fue un crimen y ve a todo Israel como si hubiera sido «limpiado étnicamente» por los judíos. Barghouti está en contra de la misma idea de que exista un estado judío dentro ninguna frontera. Exige un derecho al retorno de los palestinos a las tierras que abandonaron en 1948 durante la guerra de independencia de Israel. Como él mismo lo dijo, «Si los refugiados regresaran, no habría una solución de dos estados, habría una Palestina junto a una Palestina». La respuesta de Barghouti al problema sería la de borrar a Israel del mapa y crear, en su lugar, el estado de Palestina de mayoría árabe. En una entrevista con la revista pro-palestina +972, afirma que el boicot no terminará hasta que la «discriminación» contra los palestinos no cese. Afirma que Israel discrimina contra los palestinos no permitiéndoles «tener puestos en el gobierno» o tierras. Barghouti, engañosamente, deja afuera a los casi 2 millones de árabes israelíes que viven en Israel. Ignora a los árabes palestinos que decidieron aceptar la ciudadanía que Israel ofreció después de su fundación a sus familiares y sus descendientes.
Son ciudadanos de Israel que tienen cargos gubernamentales, integran la Corte Suprema, tienen acceso a la educación y el empleo como cualquier otro ciudadano. Por «discriminación», Barghouti entiende que Israel no concede la ciudadanía a los palestinos que viven fuera de la línea verde en Judea y Samaria, Jerusalén Oriental y Gaza. Cuando Barghouti habla de los palestinos a los que se les niega trabajos gubernamentales, está hablando de los palestinos que tienen sus propios gobiernos elegidos, aunque sea sólo una vez (Hamas en Gaza o la AP en la Margen Occidental y Jerusalén Oriental). Sus gobiernos cobran sus propios impuestos, emiten sus propios pasaportes, y tienen sus propias fuerzas de seguridad, escuelas y hospitales. Estos palestinos tienen su propio gobierno y no quieren la ciudadanía israelí. Desafortunadamente, las poblaciones palestinas han sido alimentadas también con la incitación por parte de sus líderes para asesinar en la calle a civiles israelíes inocentes. Los palestinos, más allá de la línea verde, no quieren vivir en un estado con sus vecinos judíos. Se les enseña a odiar judíos desde el momento en que nacen. No tienen ningún deseo de ser israelíes y son, cada vez con mayor frecuencia, hostiles hacia el estado judío. Su uso de la palabra «discriminación» es deliberadamente engañosa, con el fin de demonizar a Israel y exonerar a los líderes palestinos y a los mismos palestinos de toda responsabilidad por la situación.
La postura radical de Barghouti es lo que alimenta la ideología detrás del movimiento BDS. Las mismas ideas extremistas contra una solución aceptable al conflicto, que ha cobrado tantas vidas, son una fuerza impulsora detrás del movimiento que ayudó a fundar. Por ser uno de los fundadores del movimiento BDS, se podría pensar que sería el más estricto en cuanto a evitar, en su propia vida, productos e instituciones israelíes. Pero, como sucede demasiado a menudo con los pseudo-revolucionarios, Barghouti no practica lo que predica. Asistió a la Universidad de Tel Aviv y tiene un doctorado de la institución académica israelí. Cuando se le preguntó acerca de la hipocresía de llamar a un boicot académico a Israel, mientras estudiaba en una de sus universidades, Barghouti dijo que los palestinos, «no tienen más remedio que utilizar los servicios del opresor». Pero Barghouti no menciona que hay 12 universidades en la Margen Occidental, 1 en Jerusalén Oriental y 9 en Gaza. Parece que Barghouti podía escoger y escogió a Israel. También posee un título de la Universidad de Columbia. En lugar de apoyar a las instituciones palestinas, Barghouti escogió ir a universidades extranjeras.
Como se ilustra arriba, Barghouti también utiliza productos con tecnología israelí incorporada y más que probable se beneficia de los avances médicos y agrícolas israelíes. Cuando le conviene, Barghouti está dispuesto a doblegar su ultraje moral. En lugar de vivir de acuerdo con sus propias normas, opta por abandonar sus principios y romper su propio boicot. Sin embargo, espera que otros palestinos boicoteen a Israel. «El mayor desafío ahora es explicar al pueblo palestino lo que significa [el boicot] y cómo ellos mismos pueden llegar a ser eficaces en el boicot a los productos israelíes», dice Barghouti. Tal vez es un desafío tan grande porque está dando un tan mal ejemplo. Barghouti es un hipócrita y racionaliza su propia débil posición moral cuando le conviene. Es desconcertante cómo alguien puede tomarlo en serio. Si el propio líder de un movimiento no puede adherirse a los valores fundamentales de la causa, tal vez es hora de reconocer la impracticable y, en última instancia, sin sentido naturaleza del movimiento.
BDS es el nuevo nombre de la Idiotez. JEV