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| domingo diciembre 22, 2024

Izquierdistas – No se entusiasmen con el boicot


Vamos a empezar con una fantasía: la comunidad internacional se ha hartado del comportamiento de Israel por lo que decide imponerle sanciones económicas y culturales. Las inversiones se ponen a cero, se reduce el turismo, se niegan becas de investigación y las puertas a los Juegos Olímpicos se cierran. Viajar al extranjero con un pasaporte israelí obliga a colocarse en la cola para visados y pasar una minuciosa investigación. Los políticos y el personal militar podrán visitar el mundo pero con una identidad falsa o en el marco de un viaje secreto.

Los defensores del boicot creen que Israel, que depende de la ayuda internacional, no va a soportar una presión de este tipo. Ellos esperan que solamente la amenaza de las sanciones sera suficiente para que el gobierno israelí decida salir inmediatamente de los territorios, la evacuación de los asentamientos y el establecimiento de un estado palestino. Otra pequeña presión y Jerusalén se volverá a dividir y el Ejército de Defensa de Israel se retirará del Valle del Jordán. La ocupación va a terminar y el estado judío democrático se ubicará segura detrás de un nuevo límite. Happy End, títulos finales.

Sin embargo, el sometimiento ante el boicot no está garantizado. Lo más probable es que el gobierno endurezca sus posiciones y se repliegue dentro de los territorios en lugar de retirarse, al igual que otros países hicieron cuando tuvieron que hacer frente a un embargo internacional, como Sudáfrica, Corea del Norte y Cuba. Ellas impusieron una austeridad económica y restricciones a los viajes al extranjero, suprimieron a la oposición, ahorraron en piezas de recambio para sus aviones, produjeron alternativas locales para las importaciones y así continuaron viviendo. A medida que aumenta la presión, se asemejará Israel más a Masada que a Tel Aviv. Medidas que previamente eran tabú, como la masiva construcción en los asentamientos, un cambio en el status quo en el Monte del Templo e incluso la transferencia de los palestinos… se podrían hacer bajo la sensación que de todos modos no hay nada que perder.

¿Qué pasaría si los iniciadores del boicot renuncia a dividir la tierra y a la independencia de Palestina y exigen que todos reciban igualdad de derechos civiles en un estado binacional único desde el mar hasta el Jordán? Será más fácil para ellos reclutar a la opinión pública occidental bajo el principio democrático básico de “un hombre… un voto” en vez de establecer otra dictadura árabe junto a Israel. Un estado binacional enterrará al movimiento nacional palestino pero también a la visión sionista.

¿Cómo responderán los israelíes seculares, liberales, que sueñan con ver aquí un estado como en el occidente desarrollado, que respete los derechos humanos y los derechos civiles, ante este escenario? ¿Van a soportar un menor nivel de vida y una libertad política limitada con el fin de ver triunfar el boicot contra Israel o se van a mudar a otro lugar buscando una oportunidad económica y más libertad individual?

Los entusiastas al boicot disfrutan comparando a Israel con Sudáfrica y describen el colapso del apartheid como un modelo de éxito de la presión internacional. Ellos se olvidan que el apartheid no desapareció de la noche a la mañana, sino después de años de una represión cada vez mayor. Muchos judíos que se opusieron al racismo estatal no se quedaron allí esperando la caída del régimen, sino que se fueron a Gran Bretaña, Australia, Estados Unidos e Israel. Un fenómeno similar se producirá también en Israel si se imponen sanciones contra ella. Los que tengan dinero y un pasaporte, y amen la libertad se irán, dejando aquí a un estado religioso, de derecha y con más pobres.

Aquellos que ven en el boicot una panacea “para salvar a Israel de sí misma” deberían preguntarse si desean vivir en un estado Masada al estilo Bezalel Smutrich (diputado de Bait HaYehudi), o un estado de todos los ciudadanos junto a Khaled Mashal, Mohammad Dahlan o Marwan Barghouti como primer ministro. Deberían preguntarse si para poder ver el fin de la ocupación están dispuesto a sacrificar el Israel democrático, liberal y próspera en fronteras reconocidas.

Para cambiar la situación la izquierda debería aprender de la derecha y consolidar un apoyo interno a sus posiciones. Quienes renuncian de antemano al esfuerzo político, con el argumento que el público es tonto, racista y encantado por Binyamin Netanyahu, entregando incluso el país en el que quieren vivir, lo hacen incluso a favor de la ilusión de redención que suponen les traerá en BDS. Ya que si el boicot tiene éxito, la mayoría de ellos no se quedarán aquí para apagar la luz.

 

Publicado en hebreo en http://www.haaretz.co.il/opinions/.premium-1.2928208?=&ts=_1461882422216

 
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