La ONU alerta de que el grupo yihadista podría lanzar una nueva oleada de ataques, con Europa como objetivo principal. La organización resurge con fuerza en Irak. Su probada resiliencia es una de sus mayores bazas
Las huestes de la organización que lidera Abu Bakr al Bagdadi nunca han desaparecido de Siria e Irak, los confines en los que fue declarado su califato. En Irak, la amenaza yihadista ha resurgido con fuerza en las últimas semanas, en una cadena de ataques sorpresa y emboscadas contra fuerzas de seguridad en zonas de Kirkuk, Diyala o Sinyar. En lo que va de año, los ataques se han cobrado la vida de 274 personas. «El IS se está reconstruyendo en áreas remotas en las que las fuerzas iraquíes lo tienen difícil para garantizar el orden», subraya un informe del departamento de Estado estadounidense publicado a principios de mes.
En el monte Sinyar, en el noroeste de Irak, sus embestidas propagan el mismo pánico que hace un lustro, cuando los yihadistas irrumpieron en sus pueblos secuestrando a sus mujeres y liquidando a varias miles de personas. «Los terroristas han lanzado varios ataques en las últimas semanas. En la última ocasión, mataron a dos vecinos», relata a EL MUNDO Jaled Murad, superviviente de uno de los fusilamientos firmados por el IS que se gana ahora la vida como centinela en la ciudad de Sinyar, a la que han regresado con enormes recelos un centenar de familias. A caballo de ambos países, el IS mantiene a unos 18.000 militantes, organizados en una constelación de células durmientes que ha reivindicado emboscadas, asesinatos y secuestros.
FUENTES DE INGRESOS ACTIVAS
La ONU, a partir de las informaciones proporcionadas por los servicios de inteligencia de los países miembro, estima que las finanzas del IS manejan aún entre 50 y 300 millones de dólares, a pesar de la pérdida del territorio y de las fuentes de ingresos que lo convirtieron en el grupo terrorista más rico del planeta. Sus arcas han adelgazado pero tienen aún en su poder medios de generar ingresos como la extorsión a los civiles que residen en las zonas en las que se mueven sus militantes, el pago de rescates o inversiones en negocios como el contrabando de automóviles, el cultivo de cannabis o la explotación de piscifactorías. «También se cree que el grupo guarda datos sobre las poblaciones que estuvieron bajo su control y que podrían ser utilizados para la generación de ingresos futuros», reseña.
Europa, golpeada salvajemente desde el establecimiento del califato en 2014, sigue siendo especialmente vulnerable. «El IS supone aún una amenaza destacada en Europa pese a haber perdido capacidad para perpetrar ataques directos», indica el informe. «Últimamente se han registrado pocos ataques de ‘lobos solitarios’, lo que sugiere que incluso la capacidad para inspirar acciones se halla en declive«, desliza la investigación. «Sin embargo, se ha detectado recientemente un resurgimiento de la comunicación entre el comando central del IS e individuos en diferentes países europeos».
El retorno de los militantes que una vez engrosaron las filas del IS en Siria e Irak continúa siendo uno de los focos de mayor inquietud para los expertos. Según estimaciones de las naciones europeas, entre 5.000 y 6.000 nacionales viajaron a Siria e Irak durante el último lustro para unirse, en su mayoría, al IS. Aún hoy el paradero del 40% de quienes emprendieron el periplo -unos 2000- permanece en zona de sombras y se especula que podrían haber retornado a casa. «Algunos pueden unirse a Al Qaeda o a otras marcas terroristas que puedan nacer. Algunos se convertirán en líderes o en agentes de radicalización», vaticina.
RADICALIZACIÓN EN LAS PRISIONES
Unas incógnitas que se suman a la realidad de las prisiones europeas. «La radicalización de criminales dentro del sistema carcelario permanece como un desafío a reseñar», apostilla el informe, que vocea su temor por la radicalización de los «reclusos afectados por la pobreza, la marginación, la frustración, la baja autoestima y la violencia». El riesgo resulta aún mayor si se considera que la primera oleada de retornados del califato podría empezar a cumplir sus condenas y salir de prisión el próximo año. «Los programas de desradicalización no se han demostrado plenamente eficaces», denuncian los expertos.
Tras la desalentadora radiografía trazada por el organismo subyace, además, el error de cálculo de la estrategia estadounidense. «Al igual que la administración Obama asumió que la muerte de Osama Bin Laden y los cambios registrados durante la Primavera Árabe conducirían a la desaparición de Al Qaeda, las suposiciones de Trump y su equipo sobre los resultados de su esfuerzos antiterroristas se están demostrando erróneos», argumenta en declaraciones a EL MUNDO Michael Smith, analista experto en terrorismo de la universidad estadounidense Johns Hopkins.
«El IS es una empresa más duradera de lo que muchos políticos occidentales parecen entender», lamenta Smith. «No comprenden que el IS es algo más que un grupo yihadista capaz de gobernar. Se ha auto definido explícitamente como un grupo terrorista en su propaganda oficial. Incluso cuando se le niega la capacidad de gobierno, puede seguir generando respaldo y contando con miembros que continuarán participando en campañas terroristas contra los enemigos de la organización, por lo que resulta razonable anticipar que el IS seguirá tratando de movilizar recursos para perpetrar ataques en Europa». Incapaz de refutar los hechos, el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo reconoció esta semana que la realidad resulta «complicada». «Hay ciertos lugares en los que el IS es más poderoso hoy que hace tres o cuatro años. Pero el califato es pasado y su capacidad para perpetrar ataques externos es mucho más difícil ahora», arguyó.
PROCESO DE REDISEÑO
La probada resiliencia del grupo, capaz de adaptarse a los distintos escenarios y aprovechar las flaquezas ajenas, es una de sus mayores bazas. Según la ONU, el IS se encuentra en proceso de «adaptarse, consolidarse y crear condiciones para un eventual resurgimiento». El proceso de rediseño incluye el seguimiento de la situación política de los distintos países europeos y el establecimiento de objetivos que contribuyan a «exacerbar la disidencia y las tensiones ya existentes».
Además del viejo continente, la ONU también observa con alarma el empuje del yihadismo en África occidental -el IS declaró hace un año una provincia en la República Democrática del Congo- o en Asia central tras la cadena de atentados que padeció Sri Lanka y que los expertos consideran una acción firmada sin conocimiento de la cúpula de la organización, «instigada y dirigida localmente bajo inspiración de la ideología del IS». «La comunidad internacional ha hecho progresos en muchos sentidos y, ahora que la parte esencial de la lucha ha acabado, los gobiernos se sienten con la responsabilidad de centrarse en otros asuntos. Sin embargo, como demuestra la situación en el campamento siria de Al Hol, la amenaza del IS continuará, especialmente si miles de familiares de miembros del grupo son mantenidos en condiciones miserables sin ninguna opción de futuro», admite a este diario Colin Clarke, investigador del The Soufan Center de Nueva York.
LAS SEMILLAS QUE SIEMBRAN EL RETORNO
La temporada agrícola ha sido especialmente aciaga este verano en las tierras del otrora califato. El fuego se ha cebado con los cultivos. A través de su semanario ‘Al Naba’, el IS ha reivindicado el 10% de los incendios registrados en el norte de Irak en represalia contra aquellos que se negaron a aceptar las extorsiones. «El IS está intentado aplicar, de nuevo, impuestos como medio de refinanciarse», confirma Hisham al Hashimi, un destacado asesor de seguridad del Gobierno iraquí. Una sucesión de errores siembra su rearme. «El principal fallo que está alimentando el regreso es que las fuerzas de seguridad y el ejército han decidido no buscar la cooperación de la población», esboza el experto, que sitúa la presencia más destacada de yihadistas en la porosa zona fronteriza entre Siria e Irak. Una de las evidencias de su reciente expansión es el incremento registrado en los últimos meses de los bombardeos de la coalición internacional liderada por EEUU.
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