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| sábado diciembre 21, 2024

El Siglo XXI y el flagelo de la esclavitud


La cadena estadounidense CNN reveló lo que es un secreto a voces desde hace tiempo y es la venta en Libia de seres humanos para ser esclavizados. Los secuestran y ofrecen a ridículos precios que van entre los 60 y los 120 euros, la mayoría son personas que salieron de sus países de origen, procurando llegar a la costa mediterránea para embarcarse en una travesía suicida e intentar llegar hasta Europa, en algunos casos lo que el Mar Mediterráneo no mata, lo hace la esclavitud.

Lo peor del caso es que países como Libia o Níger que son dos de los principales muros de contención de migrantes africanos que buscan el “sueño europeo”, reciben importantes sumas de dinero para detener las migraciones dentro de sus fronteras y convierten sus países en el nuevo hogar de poblaciones con altos índices de pobreza, baja educación y elevadas posibilidades de adquirir enfermedades por cuanto los sistemas de salud de los países que abandonaron son deprimentes y su calidad de vida está en un claro declive con el paso del tiempo.

En cuanto a las migraciones en Libia, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a este país habría llegado hasta el año 2018 al menos 800 mil migrantes, de los cuales un importante porcentaje llegan hasta ese país buscando pasar hasta el continente europeo, mientras los otros sencillamente han encontrado en Libia un modo de huir de sus países de origen hacia una realidad menos agobiante.

Sin embargo, una vez en el país magrebí algunos migrantes son tomados por agrupaciones radicales y vendidos como esclavos para trabajos forzosos, les roban la documentación que tienen por lo que técnicamente son invisibles para la sociedad y además se aprovechan del vacío de poder que internamente hay en este país. Casos de marfileños, nigerianos, sudaneses, entre otros, fueron presentados como parte de quienes sufren en territorio libio.

Pero sin duda no son el único caso de esclavitud en nuestra época; ciertamente pareciera que en pleno siglo XXI con los avances de la ciencia, la tecnología y la educación, este tipo de circunstancias no deberían ocurrir, sin embargo, todo hace pensar que vivimos moralmente en el siglo XXI ARH (Antes del razonamiento humano) donde como bestias tomadas por la irracionalidad se continúa promoviendo actos contra otros seres humanos.

Libia es solamente un ejemplo de esto, si se comienza a hilar más delgado, se terminará por descubrir que la dañina humanidad mantiene esta vergonzosa práctica en muchos otros países del mundo.

Regiones del sudeste asiático se han transformado en el “mercado de compra y venta” de personas para la trata, ya sea para fines sexuales (prostitución infantil y adulta), o para ser llevadas como empleadas domésticas en trabajos esclavizantes en otros países de Asia, para trabajar en fábricas bajo condiciones degradantes, o en su defecto estas personas bajo amenaza son “exportadas” hacia nuevos rumbos con el fin de generar dinero a costa de su condición de vulnerabilidad.

Misma situación ocurre con mujeres eslavas que son sacadas bajo engaño de sus países de origen para ser llevadas como prostitutas a países occidentales, donde bajo amenaza trabajan para criminales por un salario de hambre, en circunstancias degradantes sin derecho a reclamar o escapar.

En cualquiera de estos casos mencionados previamente (Libia, sudeste asiático, mujeres eslavas) el factor común es que se trata de circunstancias ejecutadas por el crimen organizado. Pero mucho más grave es cuando este tipo de situaciones son avaladas por el gobierno de un Estado y ejecutadas hasta con un marco jurídico que lo justifica.

Para la construcción de los estadios y escenarios que serán utilizados para el mundial del 2022 se acusa por medio de organizaciones contra la trata y la esclavitud de personas, la explotación de ciudadanos extranjeros, principalmente nepalíes, bajo figuras jurídicas se oficializa la “posesión” de las personas sin que se pueda reclamar por cuanto los patrones se transforman en las voces de los individuos que se verán sometidos a un régimen altamente controlador.

Quizás lo más vergonzoso de ese caso es que la FIFA no haya intervenido debidamente para evitar que este tipo de circunstancias se esté presentando de cara a uno de los máximos eventos deportivos del mundo. Tan noble caballero es “Don Dinero” que permite que se haga de la vista gorda ante una circunstancia tan nociva como esta.

Países como Arabia Saudita, donde se supone que abolieron la esclavitud en la década de los 60 se sigue comercializando con africanos a vista y paciencia de los líderes del reino, y a esto se suma que poseen leyes que no permiten la igualdad para las personas negras del país, sino que por el contrario el sistema jurídico los sigue excluyendo de puestos de importancia en el Estado.

Por citar un par de ejemplos sin necesidad de ser exhaustivos en la cantidad de casos que se encontrarían a nivel global donde la esclavitud toma distintos rostros intentando justificar lo que evidentemente no tiene cabida, en una sociedad que ha aprobado leyes universales para el respeto a la dignidad humana y la lucha contra este tipo de aberraciones humanas.

Carta Internacional de los Derechos del Hombre del 10 de diciembre de 1948 declara en su Artículo 1:

“…Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros…”

Para los efectos de lo que ocurre los países donde la esclavitud en todas sus dimensiones sigue estando a la orden del día las declaraciones sobre la dignidad humana se convierten en letra muerta.

Lastimosamente en el mundo donde la razón ya no es tan determinante, en la lista de prioridades sobre el trato entre individuos, los derechos humanos y su defensa se encuentran en el eslabón más bajo de los intereses de los líderes mundiales, en la práctica de la defensa de los derechos humanos, priman otros intereses y la dignidad de los individuos será la letra de canje para innumerables vejaciones contra la humanidad.

 
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