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| sábado diciembre 21, 2024

Limpiezas raciales y religiosas, fascismos, matar al diferente


Una enorme cantidad de hechos se han dado a conocer acerca de los experimentos médicos realizados por el nazismo durante la Alemania de Hitler, y cuyo médico asesino más notable involucrado en este tipo de prácticas deleznables fuera el Dr. Josef Mengele. Este carnicero nazi realizaba experimentos médicos en el campo de concentración de Auschwitz, especialmente con los prisioneros judíos, pero también con personas que tenían malformaciones genéticas, defectos físicos y mentales, con el único objetivo de crear una especie humana que fuera el escalón superior de la evolución. Estas prácticas eran realizadas bajo la premisa de “higienizar la raza”, nombre con el que se trataba de ocultar asesinatos de judíos y de personas con cualquier tipo de malformaciones mediante todo tipo de métodos aberrantes, que incluían mutilaciones y lesiones de cualquier tipo. La creencia de la ideología nazi era la de la superioridad de la raza aria por sobre el resto y su forma de perpetuarla fue manteniendo la higiene racial mediante la EUGENESIA, palabra griega que significa buen origen, filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos. El padre de la EUGENESIA fue un inglés llamado Francis Galton, quien a la edad de 87 años se le concedió el título de Sir o Caballero del Reino Unido. Galton fue primo hermano de Charles Darwin, conocido por la teoría de la evolución de las especies mediante la selección natural y la supervivencia del más apto. Ya en el año 1913, mucho antes de la aparición de Hitler en Alemania, la Academia Sueca otorga el Premio Nobel de Fisiología a Charles Richet. Este médico había escrito una obra llamada La Selección Humana (“La Sélection humaine”) , dedica un capítulo a la eliminación de los anormales y detalla en su libro que una masa de carne sin inteligencia humana no es nada, y los denomina mala materia viva que no es digna de ningún respeto ni compasión, considera que suprimirlos sería prestarles un servicio pues jamás podrán hacer otra cosa que sobrellevar una existencia miserable. Tras este acontecimiento en el cual se premian semejantes ideas, hacia el año 1922 se crea, también en Suecia, el Instituto Nacional de Biología de las Razas, y en el cual se nombra como director al profesor Herman Lundborg, médico sueco. El objetivo de dicho establecimiento fue estudiar la antropología del pueblo sueco y establecer una clasificación de las mal llamadas razas humanas. Para dicho estudio se recopilaron datos, estadísticas y fotos de más de 100.000 suecos. Hacia 1934, y en el marco de leyes eugenésicas que pretendían preservar la pureza de la raza nórdica, se vota una ley que autorizaba la esterilización compulsiva de las personas sin que siquiera les fuera requerido el consentimiento. Desde el año 1935 a 1957, 62.900 personas fueron esterilizadas, la mayoría por motivos eugenésicos y luego por motivos médicos. El único político sueco que condenó públicamente las prácticas de la esterilización forzosa fue el socialdemócrata Olof Palme, quien en 1969 sería Primer Ministro, pero su protesta no causó ninguna reacción en el Parlamento. En resumen, Suecia esterilizó cerca de 62.900 personas sin su consentimiento.

 

Luego, entre los años 1975 y 1996 se esterilizaron 166.000 personas más pero ya con el consentimiento de esas personas, puesto que en 1976 una ley sueca obligaba a obtener el mismo. En pocas palabras, los alemanes no fueron los inventores de estas prácticas aberrantes desarrolladas dentro de la Eugenesia Clínica, sino que hubieron notables antecesores. Ello no implica menoscabar en lo más mínimo la responsabilidad total del régimen nazi en este campo.

 

Siguiendo con este concepto de Eugenesia Clínica, en los tiempos que estamos viviendo en la actualidad existe lo que he dado en llamar la Eugenesia Religiosa y es la que practican los terroristas islámicos, quienes pretenden que el mundo esté únicamente poblado por personas islámicas, ya sea por nacimiento o por conversión. La base de esta escuela teológica islámica radical trata de cerdos y monos a quienes no son musulmanes y consideran que el Islam es la única religión verdadera, y no escatiman en ningún tipo de acción para lograr que el mundo sea totalmente islámico, en pocas palabras, que la Casa del Islam domine al mundo. (https://albertoruskolekier.com/el-problema-no-son-las-mezquitas-sino-los-profetas-del-odio/). Esta clase de Eugenesia Religiosa tuvo antecedentes también de la mano del Cristianismo en los siglos XIII, XIV y XV, en la tristemente célebre época de la Inquisición cuando se exigía a las personas certificados de pureza de sangre para ser aceptados totalmente en la Sociedad.

En pocas palabras, las teorías de higiene racial que pretendían un hombre libre de defectos médicos y que fuera llevado al extremo por el nazismo que trató de demostrar que la raza aria era la raza superior, es compatible con el actual Islam Radical que persigue la idea de que sólo un mundo de musulmanes es el mundo ideal. Ambos ideales de la perfección, ya sea por motivos genéticos o por motivos religiosos, interpretan que sólo el de ellos sería el mundo perfecto. Estos tipos de fascismos, el alemán y el islámico radical pretenden un mundo poblado por personas de un único tipo físico y de una única religión. Por lo tanto, el Nazismo y el Islamofascismo son sistemas antidemocráticos y antiliberales que tienen los mismos enemigos en común, y es cualquier pensamiento o acto contrario a su doctrina. Estos dos tipos de fascismos han tenido colaboración durante la II Guerra Mundial, precisamente dentro del ejército del III Reich de Hitler, donde existía un cuerpo militar que era la 13ª División de Montaña denominada SS Hanschar, formada por voluntarios bosnios y croatas musulmanes que combatieron junto a los alemanes en los Balcanes y muy especialmente contra las guerrillas yugoslavas comunistas de Josip Broz Tito. Esta división desde su fundación fue aprobada por el Gran Mufti de Jerusalén Amin al Husaybi, quien era un líder religioso musulmán, y en ésta existía un Imán por cada batallón y un mula por cada uno de sus regimientos. Hoy en día existe una publicación llamada “Hanschar”, una revista de Historia y Pensamiento creada en el año 2000 por los antiguos responsables de la Confederación Española de Amigos de Europa, organización neonazi muy importante en Europa. En dicha revista hay símbolos que integran la esvástica alemana con la media luna árabe, o la cimitarra musulmana junto con fotografías de voluntarios árabes que combatieron junto a Hitler en la II Guerra Mundial.

Así como el nazismo considera como sub-humanos a los judíos y a las personas con discapacidad o deformidad física o mental, el Islamofascismo considera a los que no son islámicos como personas que al no haber aceptado la religión verdadera merecen ser exterminados, me refiero especialmente a cierto sector del Islam, sin incluir a la mayoría Islámica creyente. El terrorismo que está azotando al mundo es consecuencia de los que se creen superiores y dueños de la verdad y no vacilan en causar la muerte a miles de personas. Me pregunto si ellos hacen el trabajo de Dios, ¿qué tarea le dejan al Diablo?

En la historia de la humanidad se han cometido cientos de exterminios entre los seres humanos. Sin pretender incluir todos, a continuación mencionaré algunos de estos hechos. En 1990 durante la denominada Guerra de Bosnia entre los serbios y Bosnia-Herzegovina se cometieron atrocidades inimaginables como producto de la desintegración de Yugoslavia. En éste mismo territorio, pero en Julio del año 2005 se produce también la matanza de Srebrenica, en la cual se asesinan a 8.000 personas de origen bosnio-musulmán por parte de los serbios de Bosnia. Recordemos la limpieza religiosa y étnica en Sudán entre los musulmanes y cristianos en los años 1989 y posteriores luego de que llegase al poder un régimen islámico que incentivó que los árabes organizaran ataques contra los cristianos negros. El primer genocidio del siglo XX, realizado por los turcos que exterminaron a 1.500.000 armenios en el año 1915; las matanzas que cometió el Khmer Rouge en Camboya entre 1975 y 1979 y que por motivos políticos asesinó a casi 2.000.000 de personas; las matanzas en Darfur en Sudán, que cometieron los islámicos contra los cristianos, asesinando a más de 400.000 personas y que fuera considerado como el primer genocidio del siglo XXI por las Naciones Unidas. En Ruanda, en el año 1994 como resultado del enfrentamiento entre las dos etnias Hutus y Tutsis, donde murieron entre 500.000 y 1.000.000 de personas. También aquí en Latinoamérica, el ex presidente de Perú, Alberto Fujimori, quien ordenó la esterilización forzosa de 200.000 mujeres indígenas entre 1996 y 2000. Una investigación precisó que entre esos años se realizaron 215.227 ligaduras de trompas y 16.000 vasectomías en el marco de un supuesto plan masivo de salud pública, cuyo objetivo no era la prevención de epidemias sino que disminuyera el número de nacimientos en los sectores más pobres de Perú.

 

Los genocidios y matanzas indiscriminadas se pueden evitar únicamente si se concientiza a la población mundial de que no podemos ser indiferentes ni pasivos ante las circunstancias actuales de intolerancia y discriminación, como fuera sabiamente dicho por el Dr. William Soto Santiago en su discurso del 28 de Enero del año 2014 ante el Congreso de la República de Perú. Construir un mundo mejor es tarea permanente de los seres humanos a través de la historia, es una tarea que no debe cejar en ningún momento. Si bien es cierto que el ser humano tiene dentro de sí todos los poderes espirituales, lo que nos edifica como personas son las elecciones que hacemos en nuestras vidas. En pocas palabras, somos la suma de lo que decidimos. Ese es el libre albedrío y ese es el desafío de la vida. El Antiguo Testamento nos recuerda que somos guardianes de nuestros hermanos, y como sabiamente también dijo Albert Schweitzer, vivimos una época peligrosa porque el ser humano aprendió a dominar la naturaleza antes que dominarse a sí mismo.

 
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