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| jueves mayo 2, 2024

El discurso completo de Daniel Korin, el hermano de Abi, asesinado por la Organización Terrorista Hamás

Acto en Buenos Aires por la liberación de los secuestrados, a dos meses de la masacre de Hamás en Israel


Daniel Korin en Bs.As.

Mi hermano Abi nació hace 56 años. Nació en Argentina, como la mayoría de nosotros. Era un hombre bueno, incapaz de hacerle daño a nadie. Tenía una sonrisa hermosa. Sus amigos de toda la vida lo llamaban El Negro. Abi amaba a Dolina y al Flaco Spinetta. Fanático hincha de boca. Cualquiera de las 24 hs del día era el mejor momento para ver a la selección argentina jugar. Se conformaba con poco, pero luchaba fuertemente por lo que consideraba justo.

Siendo muy chico, mi hermano Abi se fue a vivir a Israel.

Nuestros padres, Sara y Moishe aquí presentes, ambos educadores, hoy de 84 años, nos criaron en un hogar judío a nosotros y a nuestros otros dos hermanos, Kuki y Jaguit. Los cuatro estudiamos en el mismo colegio. Fue Abi, el mayor de nosotros, el que desde muy chico se sintió especialmente atraído por los ideales sionistas y decidió emigrar.

No quiso ir a una ciudad. Prefirió un kibutz. Le ofrecieron ir a uno de los más desarrollados, pero no aceptó. Quería uno periférico, más chico, donde las cosas estuvieran todavía por hacerse. Así llegó a Holit, pegado a la Franja de Gaza.

Nunca le importó que fuera una zona de conflicto. Al contrario. Mi hermano Abi creía en la paz y creía que la paz había que construirla. Era muy crítico de las políticas de varios de los gobiernos israelíes. Estaba seguro de que era posible la convivencia con los palestinos, y de que valía la pena el esfuerzo de entender al otro.

En Holit, su kibutz, mi hermano Abi empezó trabajando como responsable del tambo. Después quedó a cargo de la seguridad.

Durante todo este tiempo, ante cada noticia de un atentado, de un cohete, de cualquier incidente cerca de Gaza, lo llamábamos enseguida para ver cómo estaban él, sus hijos, toda la familia. Abi siempre nos decía que estaba todo bien. Él nos tranquilizaba a nosotros…

La última vez fue distinta. Siempre supimos, en el fondo, que no; que no todo estaba bien. El 7 de octubre pasado, Abi no contestó nuestro llamado.

Nosotros todavía no lo sabíamos: mientras insistíamos en el teléfono, terminaba de perpetrarse una masacre sin precedentes en la era moderna posterior al Holocausto.

Los diez días siguientes, Abi estuvo en calidad de desaparecido. Hasta que el embajador de Israel nos confirmó que habían encontrado su cuerpo.

Con las primeras sirenas, hoy hace dos meses, mi hermano Abi salió a cumplir con su trabajo, con su deber y con su vocación. Fue asesinado protegiendo a su familia y a su pueblo. Hoy está enterrado en el cementerio militar de Kfar Saba.

Tuvo tres hijos. Trillizos: Ido, Yael y Ela. Los tres están en el Ejército, cumpliendo con su servicio militar obligatorio. Son los herederos de las cosas en las que creía mi hermano, su papá.

Unos días después del entierro, una de sus hijas hizo un posteo en Instagram: “Yo no quería un papa héroe. Quiero a mi papá conmigo”.

Yo también quisiera a mi hermano Abi conmigo.

Como a él, los asesinos de Hamás masacraron a más de 1400 personas.Violaron, torturaron, les dispararon a mansalva a jóvenes que bailaban por la paz en una fiesta, incendiaron y destrozaron todo lo que encontraron a su paso y se llevaron secuestrados a chicos, mujeres, personas mayores. Sin ninguna piedad, mostrándole al mundo en tiempo real toda su maldad, con un orgullo inhumano que resulta imposible entender.

Desde entonces, la vida de mi familia, nuestra vida como judíos, en Israel y en la diáspora, cambió para siempre.

Con mucho dolor y angustia, descubrimos que el odio extremo no genera el repudio unánime y sin concesiones de toda la humanidad. Organismos internacionales que dicen defender derechos-algunos dedicados especialmente a la niñez -, universidades que dicen formar a los líderes del mañana, organizaciones feministas que dicen defender a las mujeres de la violencia, dirigentes políticos que se dicen progresistas, tienen “peros” para condenar un ataque terrorista cuyas imágenes, cuando las vemos en televisión o en las redes sociales, no pueden provocar más que espanto y una pregunta: ¿cómo es posible tanta perversidad?

De ninguna manera admitimos una condena con “peros”. Ese “pero” nos lastima, nos ofende. No contextualiza, como pretenden algunos intelectuales. Ese “pero” relativiza el repudio. Lo rebaja. Esas cuatro letras, “pero”, cumplen la única función de transferir la responsabilidad de lo ocurrido a las víctimas. Y eso es inaceptable.

Porque también así, con formas aparentemente más sofisticadas, se expresa hoy el antisemitismo.

Leer más: Familiares de secuestrados por Hamás llegaron a la Argentina

Lo mismo pasa con las comillas con las que algunos medios de comunicación titulan las noticias. Medios importantes, medios que alguna vez tuvieron prestigio, con grandes audiencias. Me pregunto por qué la masacre y el terrorismo no pueden ser llamados por su nombre cuando las víctimas son judías.

Hoy los antisemitas encontraron un nuevo eufemismo. Se hacen llamar o actúan como antisionistas.

A Israel, como a ningún otro país en el mundo, le exigen proporcionalidad frente a la barbarie. Israel no va a actuar nunca en proporción al terrorisimo porque los soldados israelíes no torturan, no secuestran, ni violan. Y Jamás lo harán !!

Israel es el único país del mundo al que se le piden explicaciones por defenderse.

Asistimos pasmados ante nuestros ojos a una asimetría de valores insoportable. Mientras que para el pueblo judío y el Estado de Israel el bien supremo a custodiar es la vida, la prioridad para Hamás es destruir la vida; no solo la de sus enemigos, hasta el inimaginable punto de poner en riesgo como escudos humanos a los propios. ¿Cómo esperan que el Estado de Israel actúe frente a una organización que en su carta fundacional plantea la eliminación del pueblo judío?

Israel es el único estado democrático de Medio Oriente; firmó tratados con todos los vecinos con los que estuvieron dispuestos a conversar sobre la forma de alcanzar la paz. Israel no lucha contra el pueblo palestino, el pueblo palestino también es víctima y rehén de Hamas. Muchos de nosotros creemos en la solución de los dos estados y anhelamos que existan alguna vez las condiciones que nos permitan lograr un entendimiento sostenible capaz de materializar el sueño de la convivencia pacífica de los pueblos.

Mientras tanto, hoy hay judíos en el mundo que se han visto obligados a suspender clases en sus escuelas y a postergar reuniones y rezos en sus sinagogas o encuentros en clubes. Hemos vuelto a ver cruces esvásticas en las paredes de muchas ciudades del mundo. El antesimitismo crece. Nos angustia y nos moviliza !!

Hoy, los judíos del mundo, así como contamos con el apoyo y la solidaridad de muchos, nos enfrentamos al silencio y la indiferencia de tantos otros.

La comunidad judía argentina, como otras comunidades, tiene una característica particular: está completamente integrada. Buenos Aires, igual que otras ciudades del país, está llena de huellas judías. Vivimos en los mismos barrios, estudiamos en las mismas escuelas, trabajamos en las mismas oficinas, festejamos los mismos goles… No permitamos, como sociedad, que esto cambie. Es muy importante que todos rechacemos cualquier expresión de odio por la religión, igual que por la nacionalidad o por cualquier forma de ser distinto.

Como judíos argentinos, no queremos tener que escondernos para sentirnos protegidos. Queremos expresarnos tal como somos.

A nuestras autoridades, a todas, les exigimos un compromiso explícito, rotundo y activo en pos de la liberación de quienes permanecen aún secuestrados. También la Argentina sufrió en carne propia el terrorismo extremista internacional: 107 personas murieron si se suman los atentados a la embajada de Israel y a la sede de la AMIA. Esa clase de criminales tiene hoy en sus manos, desde hace dos meses, a los 137 padres, hijos, abuelos, hermanos, amigos que permanecen secuestrados. 13 de ellos son Argentinos !!

Hamás tiene secuestrado a KFIR un bebé que tenía 9 meses cuando se lo llevaron, el mismo tiempo que estuvo en la panza de su madre, ¿en qué cabeza cabe? ¿Cómo se constituye el ADN de semejante atrocidad?

Al gobierno saliente aún le quedan tres días para declarar a Hamas como lo que es: una organización terrorista. Al gobierno entrante le solicitamos que, si eso no ocurre, pueda hacerlo como una de sus primeras medidas.

Necesitamos de nuestras autoridades señales inequívocas del destino que queremos para nuestra nación y para el mundo.

Quiero ser muy claro: el Estado argentino tiene que comprometerse y unirse a nuestro reclamo: todos los secuestrados deben ser liberados sanos y salvos. “Con vida se los llevaron, con vida los queremos”.

Yo nunca antes había hablado ante tanta gente.

Tuve que vencer mi propio dolor porque me parecía importante compartir estas sensaciones, este testimonio.

Mis padres dicen que con la partida de Abi una rama de nuestra familia se cayó. El 7 de octubre de 2023, el terrorismo volvió a dañar también centenares de ramas del árbol de nuestro pueblo y de la humanidad toda. Pero seguimos de pie, más fuertes que nunca.

Israel es un pueblo de paz, de desarrollo, de creatividad, de fe, de  alegría. No vamos a olvidar, pero vamos a reponernos de esta angustia tan profunda. Más ramas van a dar más sus frutos.

Otra vez vamos a volver a transformar los sonidos de los cohetes en música, las palabras en historias, las preguntas en filosofía, lo imposible en ciencia y la oscuridad en luz.

El pueblo judio vive. ¡Am Israel Jai!.

 
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