En poco tiempo, recibo la misma preocupación de tres buenos amigos judíos, desde distintos lugares del mundo: por un lado, Jorge Cohen me envía, desde Argentina, la noticia de la paliza que siete hombres le han propinado al gran rabino de la AMIA, Gabriel Davidovich, que lo ha dejado en el hospital con nueve costillas rotas y perforación de pulmón; por la otra, leo el artículo que me pasa la periodista uruguaya Jana Jerozolimski (“La línea que une a Buenos ...