Mario Satz Porisrael.org Vengo de Praga, bella entre todas las ciudades de la Europa central. Vengo del Moldava, ocre y melancólico, como sólo podía ser Franz Kafka, hijo dilecto de la ciudad. Todo está, es cierto, casi como era a comienzos del siglo veinte porque los nazis y sus aliados checos del protectorado respetaron esa armonía arquitectónica que sólo poseen Venecia y Lieja. El plomo de los cielos, el frío, las palomas y cuervos hicieron el resto. En cada rincón un recuerdo, en ...