Una de las lecciones a aprender de la actual turbulencia global es que “nada es para siempre”. Tras el colapso de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría hizo carrera la idea que la democracia liberal era el sistema a emular y que se instalaba en el Planeta per secula seculorum, “el Final de la Historia”, como lo pregonaba el politólogo estadounidense Francis Fukuyama. El problema es que la democracia liberal venía atada a otros paquetes: la libertad ...