Mario Satz Porisrael.org Lo mejor que pueden hacer por nosotros nuestros viscerales enemigos es declararnos su desprecio, manifestar su malestar por nuestra existencia y decisiones. Ese desprecio, fácil de constatar, puede estar agazapado durante décadas, hundido en el más viejo rincón de la memoria hasta que tarde o temprano-tras siglos de haber sido manipulado, expresado y ejecutado con crueldad-, aflora otra vez a la superficie como recién nacido. G. Grass, nuestro despreciador de turno, al igual que Saramago en su momento, oculta ...