Celebré mi primer Tu Bishvat silvestre en Israel, a orillas del Mediterráneo. Años antes, sin saber nada al respecto, escribí mi poemario Las frutas. Unos versos llenos de candor y amor por esos tesoros botánicos. Tenía entonces veintiún años y los ojos llenos de las maravillas del mundo, de las cuales los árboles, y sobre todo los árboles que nos nutren, forman parte. Décadas más tarde, y cuando supe que en hebreo pri, fruto, tiene el mismo valor que ...