Que Arabia Saudita sea reticente y se abstenga de decirle sí en público a Israel, muestra que nuestros ancestrales enemigos aún tienen que hacer un largo recorrido para ser nuestros amigos. En momentos como estos, sin embargo, sólo los detiene el miedo al qué dirán, las eventuales reacciones negativas dentro del propio país y las voces de esa docena de locos y fanáticos que fundan sus desprecios en la teología y que si volase la diplomática perdiz del acuerdo le ...