Desde que en los artículos de Hermann Tertsch en El País descubrí la profunda fibra moral y la pujanza intelectual de la civilización israelita arrasada por el nazismo en la mitad oriental de Europa, lo judío y el Estado de Israel han sido para mí objeto de devoción y curiosidad constantes. Buena parte de mis lecturas desde entonces las he dedicado a asuntos judíos, y allá donde he ido he buscado sinagogas y marcas de presencia hebrea con extraña regularidad para quien se aburre y cambia ...