Hasta no hace muchos años los judíos dependíamos de la temporal y transitoria “benevolencia” del gobernante de turno que estuviera dispuesto a recibirnos y “protegernos” de las persecuciones, expulsiones, pogromos, Inquisición, conversiones forzadas, reclusiones en ghetos, y en la cima de la perversión, el exterminio en el Holocausto perpetrado por el nazismo alemán. Benevolencia temporal porque cuando el país de acogida se desplazaba al totalitarismo y la dictadura e intolerante con la alteridad, la latente judeofobia del país se manifestaba con ...