Cuando yo era adolescente y militaba en un movimiento sionista jalutziano (es decir, que abogaba por la vida en las comunas agrarias de los kibutzím), me ofendía quienes se definían como sionistas sin vivir ellos mismos en Israel o estar dispuestos a mudarse allí de inmediato. Sólo los que hacían aliá (literalmente, ascensión, metáfora de la inmigración a tierras de Sión) eran dignos de tal nombre. Poco después, descubría en el sumario destacado de una publicación “progresista” la siguiente frase: ...