Mario Satz En alguno de los más curiosos y bellos midrashim o historias que se cuentan sobre Jerusalén se dice que de las diez porciones de belleza que el Creador concedió a la tierra, nueve le tocaron a Jerusalén. Parte de esa belleza se debe a un fenómeno climático: la ciudad está atravesada de este a oeste por lo que se llama ´´la línea de las lluvias´´, en hebreo kav parashat ha-gueshem o ha-maim. De un lado, y hacia el Mediterráneo, llueve ...