Hay momentos en que incluso a los más bregados de entre nosotros dejan estupefactos las cosas que dicen o hacen algunos. Por ejemplo quienes, contra la abrumadora evidencia, insisten en que Hitler y los nazis eran buena gente y que el Führer jamás pretendió matar a los judíos. O quienes, contra la abrumadora evidencia, niegan que el coronavirus surgió donde surgió. O quienes niegan igualmente el porcentaje de musulmanes que, según parece –y aunque el número es relativamente pequeño– siguen apoyando al Estado Islámico (ISIS). Uno de ...