Si es difícil prever cuál va a ser el impacto social, económico y político de la pandemia del coronavirus en las democracias avanzadas, relativamente abiertas y transparentes, hacerlo sobre una región donde –salvo la honrosa excepción israelí– priman el oscurantismo, la autocracia y la censura se vuelve casi imposible. Como mínimo, sufrirá los mismos males que el resto del mundo, y quedará expuesta al mismo daño económico. Pero cabe sospechar que, dados la falta de infraestructura sanitaria en la mayoría de los países, la ...