Las llamas que consumieron al Primer Templo de Jerusalem comenzaron el nueve de av y continuaron ardiendo hasta el mediodía del día siguiente. Rabí Iojanán, el sabio talmúdico, afirmó: “Si hubiera vivido en esa generación, habría fijado [como día de duelo] el diez [de av], porque la mayor parte del Templo se quemó ese día”. Tal como Tishá BeAv fue un día de desgracias a lo largo de la historia judía, lo mismo ocurrió con el diez de av: La expulsión de ...
La destrucción del Diez de Av
Después de Tishá BeAv, el Templo continuó ardiendo un día más. Sus efectos se siguieron sintiendo a lo largo de la historia judía.