Una de mis mayores preocupaciones durante los ocho años en que fui director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) fue persuadir a Siria a firmar la Convención sobre las Armas Químicas. Este tratado, que entró en vigor en 1997, es una pieza central en la arquitectura de la seguridad internacional ya que prohíbe la fabricación y uso militar de agentes tóxicos a la par que obliga a los Estados firmantes a declarar y destruir sus ...