La epidemia de atentados destacados recientes perpetrados por musulmanes en nombre del islam – cometidos en Canadá, Israel, Nigeria, Australia, Pakistán y Francia – plantea un interrogante evidente: ¿Cómo calculan los autores materiales islamistas que asesinar a un gendarme, atropellar a unos transeúntes, despedazar a los usuarios no musulmanes de un autobús público, secuestrar a los gerentes de un café o masacrar a unos chavales de militares y unos viñetistas les acerca a su objetivo de levantar un califato e ...