Cuando a uno lo escogen, por su aspecto y en el cine, para hacer el papel de malo reiteradamente, algo de ese rol se pega al carácter. Tanto más cuando el actor o la actriz en cuestión se empeñen en hacer de buenos y dedicar parte de su tiempo a las causas nobles. Son como esas empresas que hacen grandes donaciones para disimular sus robos. Bardem y sus amigos artistas, muy preocupados por lo de Gaza, en lugar de apagar ...