La Asociación para los Estudios Americanos (ASA) fue fundada en 1951 para unir a los profesores universitarios norteamericanos dedicados a la investigación de la cultura y la historia de Estados Unidos. Tiene unos 5.000 miembros y en diciembre votó a favor de boicotear todas las instituciones académicas israelíes, siguiendo así la propuesta de la organización palestina Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), debido a «la violación de Israel de la ley internacional y las resoluciones de la ONU, el impacto documentado de la ocupación israelí en los académicos y estudiantes palestinos y el grado en que las instituciones israelíes de educación superior son parte de las políticas de estado que violan los derechos humanos».
La propuesta del boicot académico, aunque ha tenido cierto éxito en organizaciones del Reino Unido, no ha calado en Estados Unidos. De hecho, la ASA se ha encontrado con una respuesta que seguramente no esperaba. Cerca de 200 universidades se han declarado públicamente contra el boicot y al menos cuatro de estos centros han decidido dejar de pertenecer a la asociación. Varias organizaciones académicas con mucho más peso y presencia que ASA han condenado el boicot por suponer un ataque a las libertades «no sólo de los académicos israelíes sino también los norteamericanos».
«La ASA no se ha declarado públicamente en contra de universidades de ningún otro país: no de aquellos que escriben leyes contra la homosexualidad, no contra quienes rechazan la libertad de expresión, no contra los que sistemáticamente restringen el acceso a la educación superior por razones de raza, religión o género. No, la ASA escucha a la sociedad civil sólo cuando habla en contra de Israel. Como su presidente declaró, ‘Hay que empezar por algún sitio’. Pero no por Corea del Norte, Rusia, Zimbabue o China, no. Hay que empezar por Israel. ¿En serio?», escribió Michael S. Roth, rector de la Universidad Wesleyana, en Los Angeles Times, resumiendo una opinión bastante compartida entre quienes han hablado públicamente contra el boicot.
Pero el problema para el ASA podría no limitarse a las relaciones públicas. El profesor de Derecho de la Universidad de Cornell William A. Jacobson ha presentado una demanda ante la Agencia Tributaria estadounidense (IRS) solicitando que se retire su estatus fiscal que permite deducir las donaciones que recibe, debido a que discrimina a instituciones y académicos en función de su país de origen.
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