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| lunes diciembre 23, 2024

Bolas, Difamación y Señalamiento (BDS)


“La pérdida de legitimidad efectivamente significa la pérdida del derecho a hablar o debatir en algunos foros. Cuando una entidad política está sujeta a la deslegitimación generalizada, lo que sus portavoces tengan que decir sobre un tema concreto, aun cuando ningún principio particular está en juego, se percibe como irrelevante. Ya no son aceptados como socios en el discurso legítimo, ya que ellos mismos son ilegítimos. Su posición se asemeja a la de los pacientes encerrados en una institución mental: una vez encomendados por la junta de revisión profesional, son tratados como mentalmente incompetentes, sin importar lo convincentemente que puedan expresarse”. Ehud Sprinzak (Anti-Zionism: From Delegitimization to Dehumanization)

“… señalar a Israel para el oprobio y la sanción internacional – fuera de toda proporción en relación a cualquier otra parte de Medio Oriente – es antisemita, y no decirlo es deshonesto”, Thomas L. Friedman, (Campus Hypocrisy, October 16, 2002, New York Times)

Las calumnias funcionan, no en base a la certeza de sus acusaciones, sino, más bien, al daño que causan. La mentira solo debe ser pronunciada, su mera emisión basta, su repetición la “confirma” y la incrementa al instalarla en el consciente colectivo.

La fabulación tiene la ventaja, además, de que no necesita ser demostrada, documentada, probada. Lo que importa es el impacto que tiene en los oyentes. Eso es lo que hace el llamado movimiento de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS) contra Israel: invertir el peso de la prueba (el calumniado es quien deber justificarse), sin aportar ellos mismos, evidentemente, ninguna prueba.

En teoría, como señala el Instituto Reut, el movimiento BDS promueve los derechos humanos, la justicia internacional y la paz. En la práctica, fomenta la deslegitimación de Israel socavando – ya sea explícita o implícitamente – su derecho a existir como un estado judío y democrático. Y explicaba que uno de los indicativos de que el BDS promueve una agenda oculta de deslegitimación es el hecho de que se dirige exclusivamente contra Israel. El BDS consciente y públicamente critica de manera desproporcionada respecto de los otros países a Israel. El objetivo es claro: aislar a Israel como a un estado criminal único, que por lo tanto exige la adopción de medidas excepcionalmente agresivas contra él.

Así, Israel se ha convertido en el único Estado que, para ser condenado, es tomado como su propio punto de referencia y, a la vez, como instrumento de medición. No existen otros parámetros para juzgarlo que los parámetros creados ad hoc.

El BDS además, exonera a los palestinos de su responsabilidad en el conflicto (quitando de la ecuación cualquier mención al terrorismo, la corrupción, censura, intransigencia negociadora, etc); a la vez que altera causas por consecuencias. La “ocupación” (algo por lo demás no tan claro, por más mayoría verbal que lo indique) no es la causa del conflicto, sino una consecuencia del mismo, que comenzó con el rechazo de la partición de la parte occidental de la Palestina geográfica en 1947.

El 15 de mayo de 1948, mientras los británicos concluían su retirada del Mandato de Palestina e Israel proclamaba su independencia, cinco ejércitos árabes invadían Palestina y, codo a codo con las milicias palestinas, cumplían sus amenazas de guerra contra Israel.

Los árabes pensaron que ganarían con facilidad, que sería una “masacre”, tal como lo expresara Azzam Pasha, Secretario General de la Liga Árabe:

Esta guerra será una guerra de exterminio y una masacre trascendental, de la que se hablará como de las masacres mongolas y de las Cruzadas”.

El resultado de esa guerra fue la ocupación de Judea y Samaria (posteriormente denominada Cisjordania por el Reino Hachemita de Jordania) por parte Jordania, y de Gaza por parte de Egipto. Ninguno de los dos estados se planteó en ningún momento la creación de un estado árabe en los territorios por ellos ocupados.

En 1967, según comentaba Rebecca Neuwirth (The Divestment Deception: Legal and Political Answers to Divestment Claims), Israel se vio forzado a una guerra por la supervivencia cuando Egipto, Siria, Jordania, Líbano e Irak comenzaron una inmensa acumulación de tropas en las fronteras de Israel; cuando Egipto bloqueó ilegalmente los estrechos de Tirán, a lo que se sumó una retórica. Al final de la guerra defensiva de los Seis Días, Israel se hizo conel Sinaí, la franja de Gaza, Cisjordania y los altos del Golán; territorios que estaba dispuesto entregar a cambio de la paz. En lugar de participar en las negociaciones, los Estados árabes se reunieron en Sudán y emitió la famosa declaración de Jartum, obsequiando sus tres no: «no a la paz, no reconocimiento y no a las negociaciones” con Israel.

El 22 de noviembre de 1967, luego de la guerra, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 242, que estipulaba, entre otras cosas:

“[la] retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto”.

No de “todos” los territorios. Además, la extensión de la retirada, tampoco era aclarada, puesto hacía hincapié en el “derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y reconocidas”.

Un dato muy relevante, y prácticamente nunca mencionado, es el hecho de que Israel, como apunta Eugene Rostow (The Future of Palestine, 1993), ya se retiró de cerca del 94 por ciento del territorio ocupado en 1967 cuando firmó el acuerdo de paz con Egipto y devolvió la totalidad del desierto del Sinaí.

A la manera del liderazgo palestino, el BDS se suma a la acumulación de injurias, fabulaciones, distorsiones y distracciones. No importa la veracidad del mensaje, importa que el receptor se espante y, a partir de esa emoción (desterrada la razón) actúe en contra de y no a favor de – rechazar en lugar de construir; difamar, en lugar de argumentar.

Después de todo, una mentira es una mentira es una mentira.

Entre las mentiras habituales del liderazgo palestino se han producido, además, hurtos históricos y una apropiación del sufrimiento ajeno. Y el BDS no es ajeno a esta realidad.

El Centro Simon Wiesenthal comentaba en un documento (Boycott, Divestment, Sanctions against Israel: An Anti-Semitic, Anti-Peace Poison Pill) de marzo de 2013 que existe una larga tradición de boicots como medio de protesta contra leyes opresivas o contra regímenes injustos, pero que debe pensarse dos veces antes de asumir que el movimiento BDS forma parte de esa misma tradición.

Alan Dershowitz, ex profesor de Leyes de la Universidad de Harvard dijo en un discurso de 2002 que:

“La desinversión no es la meta. Es una campaña para deseducar y desinformar a la próxima generación. Es una variación de la gran mentira de Goebbels. Si usted repite algo con suficiente frecuencia, será cierto”

Israel suscita un “interés o preocupación selectivo” que debería llamar la atención; sobre todo cuando es tan evidente. Pero son muy poco los que se percatan, o quieren percatarse.

El primer ministro canadiense, Stephen Harper, durante su visita oficial de enero de 2014 a Israel comentó:

“Planteé el tema de los asentamientos en privado. No estoy aquí para destacar a Israel para la crítica… Encuentro interesante el hecho de que ayer en la Autoridad Palestina nadie me pidiera que señalara a la AP para cualquier crítica sobre la gobernabilidad o sobre los derechos humanos; sólo debo señalar a Israel”.

Y de eso se trata, efectivamente, el BDS: sólo debe señalarse a un país.

El mismo Dershowitz apuntaba (Divest and Conquer), a su vez, que:

“Como abogado, profesor y estudiante de derechos humanos durante casi 40 años, me siento confiado para afirmar que historial de derechos humanos de Israel es uno de los mejores en el mundo, especialmente entre las naciones que se han enfrentado amenazas comparables”.

Anthony Julius – abogado y académico inglés especialista en temas de difamación y de disputas comerciales internacionales – (Trials of the Diaspora, 2010) se preguntaba:

“¿Qué ocurre cuando la gente es boicoteada? Las cortesías comunes de la vida ya no se extienden a ellos. […] se encuentran aislados en compañía. El boicot es un acto de violencia, aunque de una especie paradójica — uno de retroceso y exclusión en lugar de agresión”.

Mientras que el filósofo y escritor francés Bernard-Henri Lévy escribía el 30 de enero de 2011, en el diario El País:

“Esta campaña de boicot, digan lo que digan sus promotores o sus tontos útiles, solo tiene un objetivo real, asumido y bien madurado, y es deslegitimar a Israel como tal. Es lo que quiere decir, implícitamente, la comparación con la Sudáfrica del apartheid. Es lo que quiere decir, explícitamente, la retórica anti-sionista que sirve de denominador común a todos los movimientos constitutivos de este BDS y que, si las palabras aún tienen sentido, significa que pretenden minar la idea que hoy, guste o no, cimienta la nación israelí. Y por eso esta campaña contraviene, en efecto, las formas, las reglas y las leyes del derecho internacional…”.

Nada nuevo

La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel tiene, según explicaba el documento del Centro Simon Wiesenthal, largas raíces que se remontan hasta el boicot diseñado por la Liga Árabe – fundada en 1944, y en 1945 comenzó el boicot de los bienes y servicios “sionistas” en el Mandato de Palestina – para acabar con el recién fundado Estado de Israel e, incluso, antes, hasta las sangrientas revueltas árabes de 1929 contra los judíos de Tierra Santa.

A su vez, en los 1920, los nazis lanzaron su campaña de boicot contra los negocios judíos. Esta campaña no se limitó a la acción de agitadores callejeros, sino que tuvo resonancia en los campus universitarios, donde el 76% de la unión de estudiantes de Alemania votó para excluir a los judíos (incluso a aquellos que se habían convertido al cristianismo). El texto del Centro Simon Wiesenthal apuntaba que la campaña de boicot nazi también se extendió más allá de las fronteras alemanas. En Polonia, por ejemplo, el cardenal August Hlond llamó a boicotear a los judíos. Del otro lado del Atlántico, en Quebec, los nacionalistas franco-canadienses tomaron la iniciativa en la organización de boicots.

La Enciclopedia del Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos indicaba, a su vez, que aunque la operación de boicot nacional organizada por los jefes locales del partido Nazi duró sólo un día y fue ignorada por muchos alemanes individuales, marcó el comienzo de una campaña nazi en todo el país toda la población judía de Alemania.

Acto en la Universidad palestina Al Quds – 5/11/2013 (Fuente: Algemeiner)
Ben Cohen, del Comité Judío Americano, señalaba en un ensayo (The Ideological Foundations of the Boycott Campaign Against Israel, 2007) que:

“El movimiento de boicoteo toma elementos prestados de varios legados históricos, en particular, la política de antisemitismo, oficialmente presentada como anti-sionismo, practicada en la Unión Soviética, así como el boicot económico a Israel por parte de la Liga de los Estados Árabes en tres niveles (es decir, el boicot a las empresas israelíes, de las empresas que se dedican a negocios con Israel, y de las empresas que realicen negocios con las empresas que se dedican a negocios con Israel). Por último, en la demonización de Israel mediante la comparación con el antiguo régimen de apartheid de Sudáfrica – un grave engaño – el movimiento de boicoteo busca forzar a Israel a abandonar, internamente, su carácter judío, y externamente, su soberanía”.

En cuanto al legado de la Unión Soviética, Cohen manifestaba que destacan dos libelos claramente soviéticos: el primero se refiere al Holocausto. Revisionistas soviéticos comprometidos, no en la negación de la exterminación de sí misma, sino en la transferencia de responsabilidad del exterminio. Así, el movimiento sionista fue acusado de colaborar con los nazis en la implementación de la Solución Final.

A propósito, ¿dónde hizo su doctorado – y escribió su tesis – Mahmoud Abbas?

Así lo explicaba el Barcelona Center for International Affairs (CIDOB)

“… en los años setenta amplió con una beca su formación en la URSS, en la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad Estatal de Moscú, por la que en 1982 obtuvo el doctorado con una muy polémica tesis que exploraba los supuestos contactos secretos entre el movimiento sionista y la Alemania nazi, en los que, según Abbas, el primero habría sido nada menos que cómplice silente del Holocausto perpetrado por la segunda. El trabajo doctoral se publicó con el título de The Other Side: The Secret Relationship Between Nazism and the Zionist Movement…”.

Martin A. Weiss – especialista y Comercio Internacional y Finanzas -, manifestaba en un informe (Arab League Boycott of Israel) para los miembros y comités del Congreso de Estados Unidos, en relación al boicot árabe, que a pesar de la falta de impacto económico del boicot tanto en las economías árabes como en la israelí, el boicot permanece como un poderoso símbolo para las partes. Y comentaba que la Liga Árabe recomienda que los países miembro exijan certificados de origen de todos los bienes de proveedores para asegurar que dichos productos cumplan todos los aspectos del boicot.

Algo que parece haber acatado… la Unión Europea.

El diario El País informaba el 19 de abril de 2013 que:

“Trece ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, entre ellos el español, han pedido a la Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de esa institución que siga a delante con sus planes de exigir que los artículos de consumo producidos en asentamientos israelíes…, lleven un tipo de etiquetado que los distinga del resto, para que los consumidores dispongan de esa información a la hora de decidir si los adquieren o no”.

En tanto, Joel S. Fishman comentaba (The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination) que en la Cumbre de Camp David de julio de 2000, Yasser Arafat, presidente de la OLP, concluyó que no sería capaz de alcanzar su objetivo estratégico real de lograr la destrucción de Israel a través de negociaciones pacíficas, algo que queda demostrado por, entre otras cosas, “por su desdeñoso rechazo de las concesiones territoriales de largo alcance hechas por Ehud Barak. Los miembros de la dirección palestina después revelaron que a su retorno, de Arafat decidió lanzar lo que se conoció como la Intifada de al-Aqsa [segunda intifada]”.

Y explicaba que, posteriormente:

“… los palestinos y sus partidarios iniciaron una importante campaña de guerra política cuyo propósito era alcanzar las metas que ellos no podrían alcanzar a través de la ‘lucha armada’, la violencia y el terrorismo”.

En este sentido, el Instituto Reut apuntaba que al promover una agenda de deslegitimación de Israel, el BDS debe considerarse, ante todo, como una herramienta para etiquetar Israel como un “estado paria”, con el objetivo de socavar la legitimidad de su estructura política.

Este programa, aseveraba el Instituto Reut, está siendo promovido por el movimiento, al avanzar implícitamente en el «derecho de retorno”, al etiquetar a Israel como un estado de apartheid, individualizando a Israel y al intentar socavar la cooperación entre israelíes y palestinos.
Entonces manifestaba que:

“… el movimiento BDS mantiene públicamente una cuidadosa ambigüedad con respecto a la agenda del movimiento vis-à-vis con el derecho de Israel… En contraste, una evaluación de las declaraciones indica que muchos de los catalizadores del movimiento tratan de socavar la legitimidad del estado de Israel y el sionismo y que ven al BDS como una herramienta para socavar el modelo político del estado de Israel.

[…]

[Por ejemplo] Ahmed Moor [declaró; abril de 2010]: ‘Está bien. El BDS significa el fin del estado judío… Veo al movimiento de BDS como un proyecto a largo plazo con un potencial de transformación radical… [El] BDS no es otro paso en el camino a la confrontación final; el BDS es el enfrentamiento final. […] Esta creencia crece directamente de la convicción de que nada parecido a la ‘solución de dos Estados’ llegará a ser. Poner fin a la ocupación no significa nada si no significa tumbar al propio estado judío’”.

Una conferencia vergonzosa

El documento elaborado por el Centro Simon Wiesenthal señala que

“La Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y Formas Conexas de Intolerancia (WCAR, por sus siglas en inglés), celebrada en Durban, Sudáfrica, en 2001, justo antes de los ataques del 9/11, se dedicó en gran medida a la deslegitimación y demonización de Israel, y a difamar a los Estados Unidos. La plataforma principal para demonizar al estado judío fue el Foro de ONG, celebrado en el estadio Kingsmead en Durban”.

Y explicaba que la Declaración independiente de Principios del Foro de ONG probó ser de una significación más duradera. Llamando por reavivar la resolución “Sionismo es racismo” de las Naciones Unidas » (aprobada en 1975 y derogada en 1991), la declaración del Foro condenaba a Israel por “crímenes de guerra”, “limpieza étnica”, “genocidio”, e incluso “ecocidio”.

El Foro de ONG de 2001 — en el cual el Comité de Solidaridad Palestino de Sudáfrica distribuyó copias de los Protocolos de los Sabios de Sión, según informaba el Centro Simón Wiesenthal — era tan tóxico que la ex presidenta de Irlanda, Mary Robinson, quien se desempeñó como Secretaria General del WCAR, admitió más tarde que a lo largo de la Conferencia de Durban, “hubo un horrible antisemitismo presente — particularmente en algunas de las discusiones de las ONG. Un número de personas dijo que nunca habían sido tan heridos o tan acosados o enfrentados tan descaradamente ante el antisemitismo”.

Con posterioridad que se presentara la idea en la Conferencia de la ONU, tal como Ricki Hollander, analista de la organización CAMERA, describía (febrero de 2010) se efectuó en agosto de 2002 una llamada palestina para el boicot económico, cultural y académico integral contra Israel. Esta estrategia intenta demonizar al estado judío como un estado apartheid y aislarlo con las mismas tácticas de boicot y desinversión que fueron utilizadas con éxito para desmantelar el régimen de apartheid de Sudáfrica.

Además, como indicaba el documento del Centro Simón Wiesenthal, ya en 20043 los intelectuales palestinos lanzaron una campaña para boicotear las instituciones académicas israelíes y, posteriormente, en 2004, la Campaña palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel.

Durante este período temprano, el centro palestino del movimiento BDS fue a veces conducido por la periferia, en Estados Unidos y el Reino Unido.

A todo esto, de manera oficial, el movimiento BDS nació el 9 de julio de 2005, cuando la “sociedad civil palestina llamó al BDS”. Llamativo. El 6 de junio de 2004 la Knesset aprobó la desconexión total y unilateral de Gaza. En agosto de 2005 se evacuaron a todos los habitantes judíos de la Franja, y en septiembre de ese año hizo lo propio el Ejército israelí. Evidentemente, había muchos motivos para boicotear a Israel. Sobre todo, seguir perpetuando el conflicto y seguir abriendo frentes para la consecución del objetivo no declarado: acabar con el Estado Judío.
BDS:  ¿Qué quieren?

El movimiento BDS, en su texto en español avisa:

“Estas medidas punitivas no violentas deberían ser mantenidas hasta que Israel cumpla su obligación de reconocer el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y acate completamente los preceptos de la legislación internacional por medio de:

1. La finalización de su ocupación y colonización de todas las tierras árabes y el desmantelamiento del Muro; 2. El reconocimiento de los derechos fundamentales de los ciudadanos árabe-palestinos de Israel para una igualdad completa; y 3. Respetando, protegiendo y promoviendo los derechos de los palestinos refugiados a retornar a sus casas y propiedades como lo estipuló la resolución 194”.

El punto 2 y 3 son meras formas de maquillar lo evidente: no hay nada “humanitario” ni “justo” detrás de las motivaciones del movimiento BDS. Por el contrario, quieren “todas las tierras árabes”, es decir, la desaparición de Israel.

Según Paskal Makowicz (en Joel. S. Fishman, The BDS message of anti-Zionism,anti-Semitism, and incitement to discrimination), asesor legal del grupo de trabajo contra el boicot de la organización de judíos franceses (CRIF), el boicot es el nuevo campo de batalla de los medios y la batalla legal que ha sido declarada contra Israel.

Por su parte, Abraham H. Foxman, Director Nacional de la Liga Anti-Difamación (ADL), manifestaba que el BDS está dedicado a encontrar formas de explotar la falta de conciencia, ingenuidad y el desinterés general para promovor una perspectiva corrosiva, divisiva y prejuicios a de la compleja dinámica del proceso para lograr la paz entre Israel y los palestinos.

En tanto,  el profesor Geoffrey Alderman decía en 2007 que:

“La preocupación de los boicoteadores contra Israel revela parte del juego que están jugando – atacar los derechos judíos y socavar la legitimidad del estado judío. Pero existe – si puede imaginarse – un juego mucho más siniestro que estamos siendo invitados a jugar. Y ese juego tiene como objetivo la aceptación de la visión abiertamente totalitaria y verdaderamente aterradora de que diálogo dentro del ámbito académico en todo el mundo debe ser abierto sólo a aquellos que están de acuerdo, de antemano, en apoyar un cierto conjunto de creencias, y a identificarse con un determinado programa político.

En este caso, el conjunto de creencias se relaciona con Medio Oriente, y la agenda política tiene que ver con la remodelación del mapa de Medio Oriente”.

Por su parte, el profesor de Ciencias Políticas ( estadounidense-libanés) Asad Abu Kahlil dijo en 2012 (según reproduce el documento del Centro Simón Wiesenthal):

El objetivo real de BDS es derribar all estado de Israel… Eso debe exponerse como una meta sin ambigüedades. No debe haber ninguna ambigüedad sobre el tema. Justicia y libertad para los palestinos son incompatibles con la existencia del estado de Israel”.

Y, a todo esto, ¿qué dicen los activistas del BDS?

El activista Amer Zahar, dijo en 2010, sin tapujos:
“Lo que queremos no es realmente la desinversión económica de Israel… Por el contrario, buscamos cambiar el diálogo de si desinvertir o no de Israel, sin discusiones ajenas a los fundamentos. Esperamos que en 10, 20 años, el público dará por sentadas las premisas de que Israel es un estado de apartheid, y entonces podremos avanzar desde ahí”.
Omar Barghouti, co-fundador la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI, por sus siglas en ingles ) declaró en 2010:
Si los refugiados regresaran, no tendrías una solución de dos Estados, tendrías una Palestina junto a una Palestina... Si no ata del perro rabioso, morderá a todo el mundo”
Omar Baghouti (en un video enviado por Benjamin Doherty el 29/09/2013 y publicado por Electronic Intifada, una web pro-BDS y anti-israelí) dixit:
“… definitivamente nos oponemos a un estado judío. Ningún palestino racional… aceptará jamás un estado judío en cualquier parte de Palestina”.
La analista de CAMERA Ricki Hollander manifestaba que la noción de que académicos boicoteen instituciones académicas es contraria a la esencia misma de la vida intelectual y académica, donde la exposición a la diversidad y la libertad de cuestionar, debatir y participar es la piedra angular de la adquisición de conocimientos. E indicaba que, además, las universidades israelíes juegan un papel importante en la educación de numerosos árabes israelíes y palestinos.
De hecho, apuntaba Hollander, Omar Barghouti, que promueve el boicot académico contra Israe,l fue alumno del un Máster de Filosofía (Ética) en la Universidad de Tel Aviv, tal como

Cuando periódico israelí Ma’ariv contactó con Barghouti, para preguntarle (abril de 2009) por la evidente contradicción de sus actos y sus dichos, el activista contestó:

“Mis estudios en la Universidad de Tel Aviv son un asunto personal y no tengo ningún interés en comentar [al respecto]”.
Omar Barghouti (Fuente: The Guardian)
Hollander, a su vez, recogía una respuesta de Barghouti a un alumno en una sesión de preguntas y respuestas en la Loyola Law School:

“Los pueblos oprimidos no tiene la opción de elegir a qué escuela [facultad] asistirán”.

Pero Hollander le quitaba el disfraz de víctima y exponía la verdadera piel:

“Barghouti difícilmente es un palestino ‘oprimido’ sin opciones. Nacido en Qatar, creció en Egipto y asistió a la Universidad de Columbia en Nueva York antes de trasladarse, de adulto, a Ramallah. Podría haber continuado sus estudios en Qatar, Egipto o en Nueva York; o podría haber asistido a la Universidad de Bir Zeit o de la Universidad Al Quds cerca de su casa y así apoyar a una academia palestina. En cambio, decidió tomar ventaja de las oportunidades educativas en una institución israelí (que supuestamente apoya a través de cuotas) – una que exige a todos los demás que rechacen”.
 
Comentarios

El creador del BDC, ES YA UN SELLO DE HIPOCRESIA,  asi como llego, se ira, el viento se encargara de  llevarlo al reino de ALA, y alli se quedara gozando de las 72 virgenes. Las tres letras, B de bolazo,D distorcion de la verdad , C carente de sentido comun y de importancia para el mundo civilizado .-La indiferencia sera el premio a recibir.-El tiempo me dara la razon.-                            
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
C de carente de importancia

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