En un discurso en septiembre de 1960, el candidato presidencial John F. Kennedy contó a la audiencia en Nueva York que “no podemos poner nuestra fe en la guerra como método para solucionar controversias internacionales. Ya no podemos tolerar un mundo que es como una ciudad de frontera, sin un sheriff o un magistrado”.
Desafortunadamente, como se confirmó este verano en el conflicto de Gaza, uno de los magistrados líderes del mundo, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, no está plenamente capacitado para ejercer esta función esencial.
El Consejo tiene el importante rol de identificar y publicar las violaciones de derechos humanos por parte de los Estados. La esperanza, y a veces la realidad, es que los Estados serán renuentes a actuar en violación a las normas de los derechos humanos internacionales si su conducta estará sujeta al análisis y juicio. Pero eso depende de que el juez sea objetivo.
El Consejo Derechos Humanos está conformado por 47 estados – miembro electos por la Asamblea General de Naciones Unidas, que “toma en cuenta la contribución de los estados candidatos para la promoción y protección de los derechos humanos, así como también sus promesas voluntarias y compromisos al respecto”. La Asamblea General votó que entre los países para servir al Consejo están China, Congo, Cuba, Etiopía, Kazajstán, Federación Rusa, Arabia Saudita y muchos otros (lo coloco tan amablemente como puedo) con menos de un record de distinguidos derechos humanos.
El 23 de julio, el Consejo adoptó (por 29 votos contra 1, con 17 abstenciones, incluyendo al Reino Unido y a otros estados de la Unión Europea) una resolución que condenaba “las difundidas, sistemáticas y groseras violaciones de los derechos humanos internacionales y libertades fundamentales derivados de las operaciones militares israelíes” llevadas a cabo en Gaza. La resolución decidió “enviar a una comisión de investigación internacional independiente” para investigar las violaciones de la ley humanitaria internacional en Gaza. La comisión de investigación va a informar en marzo próximo.
La resolución fue notable en dos consideraciones. Primero, que el Consejo de Derechos Humanos debería condenar antes de recibir el informe de la investigación, que se había encargado de investigar. Y segundo, que la condena no menciona a Hamas, la autoridad gobernante en Gaza, que ha sido responsable de las atroces violaciones a los derechos humanos incluyendo ejecuciones públicas de oponentes al régimen. La Unión Europea rechazó apoyar la resolución, concluyendo que fue “desequilibrada, inexacta, y prejuzga el resultado de la investigación”. La Unión Europea agregó que la resolución “no logra condenar explícitamente el indiscriminado disparo de cohetes hacia zonas civiles israelíes así como de reconocer el legítimo derecho de Israel a defenderse”.
El 11 de agosto, el consejo anunció la designación de tres miembros de la comisión de investigación. Uno de ellos, Amal Alamuddin, abogada en Doughty Street Chambers (y novia de George Clooney) retiró su nombre de manera inteligente, citando “compromisos existentes”.
El presidente es William Schabas, profesor de derecho internacional de Canadá, y crítico de la política israelí. Él comentó el año pasado que Benjamin Netanyahu, Primer Ministro de Israel, era su candidato favorito para ver “en el banquillo” en la Corte Criminal Internacional. Él ha realizado una declaración similar acerca de Shimon Peres, ex presidente de Israel. Esas fueron sorprendentes declaraciones, dada la fortaleza de los candidatos que competían en el Medio Oriente y en otros países represivos en el mundo.
El principio legal básico, resumido por Lord Hope de Craighead para el Comité de Apelación de la Cámara de los Lores en 2001, es que una persona no debería asumir un rol judicial o cuasi-judicial si “el observador imparcial e informado, habiendo considerado los hechos, concluiría en que hubo una posibilidad real que el tribunal fuera tendencioso”. La apariencia de parcialidad es suficiente para descalificar a una persona. No hay necesidad de mostrar un prejuicio real.
El Profesor Schabas respondió a la crítica insistiendo en que él intentaba dejar sus opiniones “en la puerta” de la investigación y no estar influenciado por éstas. Pero, como Lord Hope agregó, “las protestas” hechas por un individuo acusado de tendenciosidad, que tenía una mente abierta era “poco probable que sean útiles”.
Gaza plantea difíciles cuestiones a la ley de derechos humanos internacional. En particular, ¿cuáles son los límites sobre la acción proporcionada por un Estado bajo ataque de un gobierno vecino dedicado a su destrucción por todos los medios posibles, y que lanza ataques desde centros civiles sin importarle su propio pueblo?
Desafortunadamente, las respuestas clarividentes a los interrogantes legales no provendrán del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas o su investigación.
La determinación del Consejo, y muchos de sus miembros, de abusar de los derechos humanos para propósitos políticos está socavando el rol del derecho internacional en un periodo peligroso para los asuntos mundiales.
att. Cidipal
Ciertamente