Arqueólogos descubrieron polen de varias especies, entre ellas de «etrog» en el jardín de Ramat Rachel, ubicado en el kibutz Ramat Rachel, en Jerusalén. El jardín era parte de un palacio israelita, desde los tiempos del rey Ezequías hasta el período Hasmoneo en el siglo II AEC. Las excavaciones, dirigidas conjuntamente por el Prof. Oded Lipschits y el Dr. Yuval Gadot de la Universidad de Tel Aviv y el Prof. Manfred Oeming de la Universidad de Heidelberg, revelaron que el jardín tuvo una hermosa -y estratégica- vista, pero carecía de su propia fuente de agua. Así, los antiguos arquitectos paisajistas tuvieron que construir canales y estanques para recoger el agua de lluvia para riego. Los arqueólogos descubrieron que sus diseñadores quitaron el suelo duro original y lo reemplazaron con un suelo de jardín adecuado. Pero hasta hace poco, no tenían idea de lo que se cultivaba allí.
El profesor Lipschits reflexionó que si los yeseros habían trabajado en las paredes del jardín en primavera, cuando las flores estaban floreciendo, las brisas habrían llevado el polen a las paredes, donde podría haberse incrustado el yeso. Una capa de yeso, al parecer del período persa (la época del retorno de los judíos del exilio de Babilonia en el 538 AEC) contenía el polen de especies ornamentales y árboles frutales, entre ellas el etrog (que viene del persa turung). El jardín en Ramat Rachel es también el primer lugar en el país que brindó evidencia del cultivo de mirto y sauce ( dos de las cuatro especies utilizadas en Sucot).
Los residuos de vino, y de hierbas usadas como aditivos, encontrados en las ruinas de una bodega de lo que fue un palacio de la Edad de Bronce, están aportando nuevos y reveladores datos sobre las prácticas vinícolas en Oriente Próximo y partes de la región mediterránea. Se cree que la producción, la distribución y el consumo de vino tuvieron un importante papel en las vidas de quienes residieron en tierras mediterráneas y de Oriente Próximo durante la Edad de Bronce Media (1900- 1600 AEC), pero hay pocas evidencias arqueológicas directas sobre el papel del vino durante este período. En el transcurso de una excavación, realizada durante 2013, se encontraron 40 grandes tinajas en una sala localizada en la zona oeste del patio central de dicho palacio.
El análisis de los residuos orgánicos, utilizando espectrometría de masas, reveló que todas las tinajas contenían compuestos químicos que indican la antigua presencia de vino. Los autores detectaron diferencias sutiles en los ingredientes o aditivos dentro de las tinajas, incluyendo miel, aceite de cedro y de ciertas plantas, resinas de algunos árboles, y posiblemente menta, mirto y canela.La detección de esos aditivos indica que los humanos de la época poseían un conocimiento sofisticado de las plantas y de las habilidades necesarias para producir bebidas complejas que mantenían un equilibrio idóneo entre conservación, sabor y psicoactividad. Los resultados ayudarán a conocer bastante mejor la viticultura de aquella época y zona .
Att. Cidipal
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