Ante su esperado reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, el presidente de EEUU, Donald Trump, está recibiendo una catarata de críticas. No debería hacer caso a los críticos. Se trata de una decisión no sólo moralmente correcta, sino políticamente magistral. Me explico. En líneas generales, los críticos pueden dividirse en dos categorías. El primer grupo –que incluye a la Autoridad Palestina (AP) radicada en Ramala y a la organización terrorista Hamás, que gobierna en Gaza, así como a varios países árabes y musulmanes, incluso al Departamento de Estado– ha hecho de ...