Cuando los soviéticos erigieron un muro de separación en Berlín y la convirtieron en capital de la República Democrática Alemana, nadie cuestionó que la capital de la otra parte, la República Federal, se instalase en Bonn. Y menos que, tras la reunificación, la capitalidad volviese a Berlín, porque la capital de un estado se define por el sitio donde resida su gobierno. Aunque Nueva York nos suene más importante que Washington, Estambul que Ankara o Río de Janeiro que Brasilia, ...