Desde muy temprana edad nos enseñan –o al menos deberían– que para defender nuestras posturas en los debates hay que recurrir a datos y fuentes contrastadas. Cuanto más nos alejemos de eso, más nos adentraremos en los terrenos farragosos de la demagogia, el griterío y, sobre todo, lo más aberrante, caeremos de lleno en la mentira. A este respecto, el libro que nos ocupa, Mitos y realidades de Israel, comienza con la siguiente cita de John Kennedy: El gran enemigo de ...