Mario Satz El horrendo crimen de Itamar oscurece aún más el destino de los palestinos. Para nosotros el dolor, la desesperación y la impotencia. Para ellos, sobre todo en Gaza, el regocijo, exactamente igual a cuando Sadam Hussein disparaba misiles sobre Israel y las terrazas árabes se llenaban de felices espectadores. Un regocijo siniestro que los aleja, a ellos más que a nadie, de la tan añorada paz. Para nosotros la decepción, la ira difícilmente contenida, la falta de esperanza en un ...