Cada uno en su campo, el policial, el militar, el político o el espiritual, los líderes de Occidente deben estar dispuestos a dar batalla a los enemigos que le han declarado la guerra a nuestra cultura de libertad. Los atentados de Niza y la decapitación de un anciano sacerdote católico que oficiaba misa han puesto a Francia (y a toda Europa) frente a dos cambios cualitativos en la guerra con el terrorismo islámico: ya no hace falta una gran organización para agredir, ...