El fenómeno del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra el Estado de Israel ha sido analizado por diversos portavoces y comentaristas siguiendo ciertos patrones filosóficos, no siempre basados en datos contrastados, que vale la pena detallar:
El campo conservador, tradicionalmente conocido como la “derecha” o el “nacionalismo” considera, en líneas generales, que el fenómeno del BDS es una mutación del antiguo antisemitismo, principalmente de origen europeo que se suma al odio constante impulsado por el antisemitismo moderno árabe-islámico de corte nazi. Si antaño se demonizaba y se perseguía al judío, ahora la obsesión es hacia el “judío entre las naciones”.
Para los portavoces conservadores, la naturaleza del conflicto es existencial ya que los árabes y el radicalismo musulmán no han abandonado su deseo de borrar a Israel del mapa. Para ellos, el BDS es simplemente una eficiente táctica para colocar al estado hebreo en la casilla de “estado paria”, un estatus preparativo que acerca la aspiración máxima de concretar su desaparición física.
La mayoría de los portavoces del campo conservador aseguran que, a pesar de las amenazas constantes que debe enfrentar Israel, el tiempo juega a favor del estado hebreo. La situación económica, militar o geopolítica del Israel 2015 es infinitamente superior a lo que era en 1948, argumentarán.
El campo universalista, tradicionalmente conocido como la “izquierda” considera, en líneas generales, que el fenómeno del BDS ha cobrado impulso o se basa en la carencia de un proceso de negociación serio con los palestinos. En otras palabras, consideran que como no hay negociaciones concretas con el liderazgo palestino de Mahmud Abbas en base a nuevos renunciamientos territoriales israelíes, el estado palestino no se concreta y, por lo tanto, los movimientos sociales y políticos mundiales, no solamente en Europa, acusan a Israel por la situación imperante. Una situación como la detallada aquí permite una alianza puntual e ideológica entre los distintos movimientos árabes, musulmanes o palestinos y las izquierdas de occidente. Argumentar que se trata de antisemitismo mutado es una simplificación que nubla la comprensión del fenómeno, dirán.
La extrema izquierda (incluso la israelí) felicita e impulsa el BDS siguiendo la premisa que la presión sobre Israel y su condena en el concierto de las naciones la forzará a renunciar a todos los territorios en disputa de forma inmediata.
Los universalistas argumentarán, en su mayoría, que el núcleo del conflicto es territorial (materialismo en estado puro) por lo que aunque el marketing y la Hasbará israelí fuesen más eficientes y agresivas, el producto Israel es malo y criticable por la “ocupación”. Todo es… ocupación, aunque la legalidad del concepto es, como poco, dudosa y la realidad en el terreno lo es aún más (especialmente en Gaza).
Los universalistas suelen estar convencidos, también, que el tiempo juega en contra del Estado de Israel. La no creación de un estado palestino a corto plazo condenará a Israel a la formación impuesta de un estado binacional con los árabes y las condenas internacionales contra Israel por la “ocupación” forzarán renunciamientos obligados (como en el pasado con Sudáfrica) y, en el camino, Israel seguirá perdiendo su legitimidad internacional. En el pasado la amenaza se llamaba “la bomba demográfica”, hace poco era el “tsunami político” y ahora el BDS.
No caben dudas que Israel debe enfrentar el problema con seriedad y contundencia. Por ejemplo, presionando a gobiernos de Europa y de otros países occidentales a fin de erradicar legalmente el fenómeno del BDS. Además, desenmascarando a los que se esconden tras un mensaje cercano a la justicia universal escondiendo sus intenciones verdaderas que no son otras que las premisas más nefastas e inmorales.
Un buen punto de partida para elaborar una estrategia coherente es el evitar los análisis monocordes en donde todo el fenómeno se explica de una sola forma. Especialmente, cuando las premisas filosóficas de los que estudian el fenómeno se quedan en la repisa de las ideas o los ideales y no se reflejan en el terreno. Los intereses de los ideólogos y los impulsores del BDS son diversos y así deben ser las estrategias del Estado de Israel.
* Analista internacional, experto en Hasbará – dirige el proyecto Hatzad Hasheni – La Cara de la Verdad – www.hatzadhasheni.com
Para mi, el gobierno de Israel deberia de comenzar por casa, como es posible que con mis impuestos y los de millones de israelies leales estemos financiando partidos politicos claramente anti israelies como la coalicion arabe israeli y el partido israeli de ultra izquierda Meretz? Como es posible que ONG’s que existen gracias a la financiacion de paises europeos (que ven en la desparicion de Israel la formula magica para que el terror islamista desaparezca) ONG’s de israelies (si los puedo llamar asi) que no son mas que «agentes al servicio de paises extranjeros» cuya funcion es desacreditar, desinformar, difamar, y tratar de perjudicar a Israel lo mas posible, no sean desenmascarados abiertamente por los medios y publicar de donde provienen sus medios de vida, cosa que no nos sorprenderia mucho enterarnos que tambien paises enemigos como Qatar los financian. Pero pedir eso es pedir peras al olmo, en Israel donde practicamente TODOS los medios son leales a la izquierda la asi llamada «sionista» y la abiertamente anti Israeli y la «elite» intelectual de izquierdas sigue su camino de tratar de que Israel se suicide.