En el rapero español Hasel, por fin preso, confluyen varias desgracias, la primera es la horrorosa calidad de la música popular actual, a la que el rap ha hecho más mal que bien. Pura pobreza sonora para acompañar unas letras mediocres y reiterativas. La segunda desgracia es la de ser un bocazas y desear la muerte de aquellos a los que desprecia, lo que lo convierte en un falso asesino, en un criminal de pacotilla. Y, por fin, la tercera ...